
Por Andrés Timoteo
LA RAMA CRUJE
¿Cuál es el poeta más afamado que ha dado Veracruz? Por supuesto, el porteño Salvador Díaz Mirón, tan prolífico en la pluma y las ideas como polémico en sus actitudes y acciones.
Hijo del periodista Manuel Díaz Mirón quien también fue gobernador de la entidad, el escritor se llamaba en realidad Salvador Antonio Edmundo Espiridión y Francisco de Paula Díaz Ibáñez.
Desde antes de tener consciencia, siendo un bebé, al poeta no le alcanzó un solo nombre y debió ocupar cinco, pero ya de adulto por decisión personal simplemente firmaba como Salvador con el apellido completo de su padre obviando el materno.
Díaz Mirón tenía un problema severo de control de ira.
No resistía contradicciones y mucho menos ofensas.
Se le atribuyen al menos cinco asesinatos en duelo o a mansalva, todos derivados de discusiones que él iba a perder solo usando las palabras por lo que sacaba la pistola para que hablaran las balas.
A él se le atribuye aquella frase, pronunciada en una cantina cerca de uno de los mercados porteños, aunque otros dicen que fue afuera del Hotel Diligencias:
"A quien me grita le pego, y a quien me pega lo mato", luego de balear a un rival.
Lo mató con cuatro disparos en la espalda.
La víctima lo había increpado burlonamente por un articulo publicado en el periódico El Dictamen alabando al dictador Victoriano Huerta.
No llegó a pegarle, pero tampoco le gustó que lo acusara de lisonjeador de tiranos.
Otros dicen que el suceso fue quince años atrás, en 1895, y el muerto fue Federico Wolter, un aprendiz de político.
El homicidio le valió cinco años de cárcel y varios de exilio pues Wolter era hijo de un acaudalado amigo del presidente Porfirio Díaz.
El escritor tenía inutilizado uno de sus brazos por las lesiones de bala que recibió en otras reyertas.
También en un duelo se salvó de morir porque la bala que iba dirigida a su pecho se atoró en un cartera de cuero.
Semanas antes de fallecer, en 1928, se había peleado a golpes con un joven a quien le dio culatazos por cuestionar sus ideas.
Así fue Díaz Mirón toda su vida: irascible, intolerante, peleonero, fanfarrón y echador de bala.
Además, sus bienquerencias políticas eran inestables, unas veces apoyaba a los liberales y revolucionarios, y otras a los conservadores y autócratas.
Todo dependía de qué humor se levantara ese día.
Pero era un creador excepcional que viajó por el mundo. Radicó en Nueva York y París donde redactó buena parte de su extensa obra.
Se dice que escribió más de 400 poemas, aunque solo un publicó un puñado en ocho compendios.
El más famoso es "A Gloria" publicado en 1881 y alabado por todos, pero lo que pocos saben es que se trata de una suerte de plagio de un poema escrito 45 años años antes por el francés Víctor Hugo.
Se llama "En la iglesia de..." (1836) y está dedicado -también- a una dama que reza en el interior de un templo parisino, aparentemente la Catedral de Notre-Dame.
Díaz Mirón, quien vivió un tiempo en la Ciudad Luz era devoto lector de Víctor Hugo y le copió la idea.
Incluso se atrevió a robarle un verso completo.
Víctor Hugo escribió: "Soyez comme l'oiseau, posé pour un instant/ sur des rameaux trop frêles,/ qui sent ployer la branche et qui chante pourtant, /Sachant qu'il a des ailes !"
(Sé como el pájaro posado sobre el enramado tan frágil,/ siente quebrarse la rama y aún así canta/ sabiendo que tiene alas).
Díaz Mirón lo reprodujo así: "El ave canta aunque la rama cruja/ como que sabe lo que son sus alas".
Entonces, además de temperamental y peleonero, Díaz Mirón también habría sido un plagiario.
Uf, decirlo suena a sacrilegio pero el testimonio poético ahí está.
No se enojen los admiradores de Díaz Mirón aunque cruja la reputación literaria del poeta, más bien pónganse leer la poesía de Víctor Hugo, larguísima en aquel estilo de la época -tiene 60 estrofas- como larguísimas también fueron las creaciones del veracruzano quien hasta eso le copió.
Claro, "A gloria" tiene más de diazmironiano que de victorhuguiano, aunque la idea se la haya hurtado el jarocho al francés.
Y una frase de ese poema se utiliza hasta la fecha para ironizar en cuestiones tanto amorosas como políticas:
"Hay plumajes que cruzan el pantano y no se manchan... ¡Mi plumaje es de ésos!"
POETA IGNORADO
Por cierto, el pasado 14 de diciembre se cumplieron 171 años del natalicio de Díaz Mirón, el poeta más grande que ha parido Veracruz, y el gobierno estatal ni siquiera recordó la fecha.
Más lo hizo la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México que le dedicó una publicación a la efeméride.
En la aldea, el poeta es ignorado y despreciado.
Vaya, Díaz Mirón es suficiente para presumirlo ante el país y el mundo.
Una joya para "poner de moda a Veracruz", pero la secretaria de cultura del nahlato, Xóchilt Molina, está más abocada a los eventos partidistas de Morena y a organizar tianguis de artesanías.
La cultura, y en especial la literatura, no es lo suyo.
La expriista Molina es buena para los grupos de choque, las manifestaciones a gritos y el acarreo de votantes.
¡Qué va a saber de la obra de Díaz Mirón!
*Envoyé depuis Paris, France.