
Mr. Marshall
FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Acaba de llegar, y este mediodía debe presentar credenciales a la señora presidente Sheinbaum, el nuevo embajador de los Estados Unidos en nuestro país, Ronald Johnson.
El señor Johnson no tiene carrera diplomática aunque haya tenido puestos de representación de ese jaez: su curriculum lo ubica más bien como operativo de la CIA en países emproblemados con la violencia.
Por ejemplo, en El Salvador de Bukele, a quien asesoró en su radical combate a las pandillas y mafias.
En la ejemplar, por lo cruenta y deshumanizada cárcel gigantesca, están alojando ahora a los inideseables que Donald Trump ordena; separando familias y metiendo al bote supuestos pandilleros con gente normal, incluyendo ciudadanos norteamericanos.
En 1953, en la incipiente y muy regulada cinematografía española, Luis Berlanga hizo una película titulada Bienvenido Mr. Marshall.
Satirizó entonces el programa llamado precisamente Marshall, dedicado a la recuperación de la Europa posterior a la Segunda Guerra Mundial.
A todo el mundo nos vendieron el plan Marshall como una mágica panacea que iba a solucionar todos los problemas de la posguerra. Se trataba simplemente de abrir mercados.
Los embajadores son, por lo general, representantes casi personales del mandatario de su país.
Ron Johnson es eso en relación a Donald Trump.
Su designación y desempeño obedecen precisamente a la convicción del gobierno de Trump de que la mayor parte del territorio nacional mexicano está en poder de las mafias delincuenciales.
Esta nueva versión de Mr. Marshall viene, según esta teoría, a salvarnos del crimen.
Tiene mucha experiencia en ello.
Yo no quiero negar que el diagnóstico gringo sea certero.
Pero la solución no se antoja loable.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): A una semana de su festiva despedida en el puerto de Acapulco, dos marinos de la tripulación del buque escuela Cuauhtémoc de la armada de México, no podrán terminar el viaje por un centenar de puertos y casi un año alrededor del mundo.
Murieron en el primer puerto del itinerario, Nueva York.
Por causas que deben investigarse, el Cuauhtémoc chocó contra el puente de Brooklyn perdiendo sus tres mástiles.
Además de los dos muertos, hay una decena de heridos graves y otros con lesiones leves.
Eso, además de la vergüenza para las armas navales del país.
Me imagino una situación similar con el buque escuela español Juan Sebastián Elcano, de cuatro mástiles, en cuya tripulación está la princesa Leonor de Borbón, que cuando su padre muera o abdique heredará el trono de España.
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