
LA BRUJA MÁS BRUJA
"Antes de cada aquelarre tomábamos cocimientos hechos con Agua de Acanto, Evonimia en extracto verde, Ruibarbo, Sen, Azafrán y pasas, y durante dos días nos alimentábamos con frutas y nos bañábamos con una infusión cargada de Parietaria.
Al tercer día nos bañábamos con Piedra de Alumbre y con las Siete Esencias. Las Siete Esencias eran siete plantas y después del baño dejábamos que el cuerpo se secara espontáneamente, sin utilizar paños o toallas".
Lo anterior le reveló Amanda Londoño al periodista colombiano Germán Castro Caceyro, autor del libro "La Bruja: coca, política y demonio" (1994) que tuvo tal éxito que en el 2011 lo llevaron a la pantalla chica con una serie -ahora le llaman 'narcoserie'- del mismo nombre.
Ayer fue Primer Viernes de Marzo, día del encanto y de los brujos. Catemaco es la sede mexicana de los hechiceros, pero ¿lo han notado?, desde tiempos de Gonzalo Aguirre quien se ostentaba como el "Brujo Mayor" y "Apóstol del Diablo" fallecido en 1982, no hay una mujer que ocupe tal título.
No es que no existan hechiceras efectivas y malignas sino que la comunidad chamánica de los Tuxtlas es muy misógina.
Ahora mismo, en plena época de la igualdad de género y de la cantaleta de que "es tiempo de las mujeres" no hay una sola "Bruja Mayora", puro varón.
Para reivindicarlas y porque hoy es Día Internacional de la Mujer está la historia de Amanda Londoño, la nigromante más famosa de Colombia quien tuvo de clientes a narcotraficantes, presidentes, gobernadores y legisladores durante los años setenta y ochenta del siglo pasado.
Se codeó con los poderosos y se meció en los brazos de satanás para allegarles suertes y maldades.
Con la magia, ella también se hizo de varios amantes, algunos eran capos opulentos.
El periodista Castro la buscó años después de ser exorcizada por Alfonso Uribe Jaramillo, obispo de Sonsón y Río Negro -solo así logró dejar la brujería-.
El mismo prelado le recomendó entrevistarla si quería saber cómo los políticos y criminales se valieron de las artes oscuras para obtener poderío.
"Busca a Amanda. Búscala porque ella fue una bruja avezada. Saca unos minutos libres y escúchala", le aconsejó.
Y lo hizo y de sus charlas salió un libro espléndido que ilustró la narcopolítica colombiana.
Y también un recetario para pócimas, sortilegios y maleficios.
De como 'trabajar' las sábanas, los amuletos, el cigarro, las cintas, los pañuelos y las comidas con velas y artefactos robados de iglesias, de cómo 'amarrar' o alejar parejas y de cómo curar enfermedades de todo tipo.
Hasta de la gonorrea salvó a varios promiscuos.
"Se sentó a cagar y arrojó un puño de arena con gusanos", relata Amanda sobre un cliente gonorreico.
Ella era una maestra rural que buscó a hechiceras viejas para hacerse su aprendiz.
"Yo soy maestra. Estudié para ser maestra y me gusta mi profesión. Mira: yo hubiese podido ser embajadora o ser rica. Simplemente eso: rica, pero nunca quise nada diferente a ser maestra, aunque pasé parte de mi vida en la brujería. Pero así, bruja y lo que tú quieras, nunca dejé de ser maestra y nunca me hice rica", afirmaba.
Cierto, no se enriqueció, pero sí gozó de los privilegios del poder malhabido.
La salvó monseñor Uribe lo que es una paradoja pues durante mucho tiempo fue una taimada enemiga de los sacerdotes.
En su pueblo, San Ignacio, la intentó acorralar el párroco denunciándola en un sermón dominical:
"aquí hay una bruja más bruja que todas las brujas y se llama Amanda Londoño. Y si este pueblo continúa haciéndole caso a ella y yéndose a pecar con cuanta bruja traiga al pueblo, les llegará un castigo divino".
POLÍTICA Y COCAÍNA
"A pesar de aquello, seguí embarcada con el diablo y a pesar de que éramos una comunidad muy cristiana, medio pueblo estaba metido en estas cosas", contó divertida.
A otro religioso lo embrujó con alfileres para que pecara con una catequista y a otro más lo amansó su amante, el capo Jaime Builes, dándole dinero para comprar dos campanas nuevas en su templo, cada una de un millón de pesos colombianos.
"Vino el cura y recibió el cheque y cuando vio la cifra que había escrito Jaime, se olvidó de las llamas del infierno y de la candela tibia del purgatorio, y partió feliz. Pero empezó a transcurrir el tiempo y las campanas no llegaban y no llegaban, y el fabricante llamaba a decir que estaban listas y el cura no decía nada hasta que un empleado del banco dijo que el dinero se hallaba en la cuenta personal del cura. Mi pueblo se quedó sin campanas nuevas".
En el libro de Castro, la "bruja más bruja" detalla un sinfín de hechizos para los políticos y narcos.
Por ejemplo, a un presidente -deducen que Julio César Turbay, apodado "El Turco", quien la tuvo de asesora- le hizo 'amarres' para que coleccionara amantes jovencitas sin que se enterara su esposa y para que no les fallara en la alcoba.
También 'enyerbaba' a políticos enemigos de sus clientes y conjuraba la cocaína para que no fuera decomisada rezándole al maléfico Ángel Solo.
Y así muchas anécdotas brujeriles. Lean "La Bruja" o vean la serie televisiva -el libro está mejor-, se ilustrarán y se solazarán.