
De Federico García Lorca: “Hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse como a una ventana llena con sol”. Camelot
LOS CICLOS TERMINAN
Suelen decir que los ciclos terminan, cuando los cambios se avecinan.
Ahora con la competencia a flor de piel, los grandes comunicadores y comunicadoras deportivas de nuestros canales, como los peces en el rio, brincan y brincan y no dejan de brincar de una a otra televisora.
Ahora buscan competencia, hay tantos canales deportivos: Telemundo, Fox Sport, ESPN, TV Azteca y Televisa, entre otros, y hasta Netflix ya se metió a las peleas de box y anuncia para Navidad los juegos del fut americano.
El deporte es vida y rating.
En las pantallas normales, después del vendaval del sexenio macuspano, muchas cabezas cayeron, mutaron a otros espacios porque la presión del poder era muy fuerte y luego los convenios a veces son la vida.
Azucena se fue de Milenio y ese noticiero no volvió a ser el mismo.
Pierden rating pero ganan en billulla (eso es dinero).
Los comunicadores incómodos se tienen que aquietar o irse, como la mayoría no se aquietan, pues se van.
Ciro salió por piernas a Madrid cuando lo quisieron matar aquí en México y es la fecha que no sabe quién lo mandó matar, el autor intelectual está vivito y coleando y riéndose, seguro.
Era el tiempo de odios y rencores hacia los comunicadores críticos.
Ciro no tenía vida propia, si salía a la calle lo escoltaban cuatro polis, si iba a un restaurante, lo mismo, optó por Madrid y ahora suelen verlo tranquilo en los restaurantes y por la calle Serrano, cuando se va a dar su vuelta por las tiendas.
Pero al programa de Ciro también le llegó su fiestecita.
Era el noticiero de radio más visto por la mañana y debe seguir siéndolo.
Tenía un Madison Square Garden, y él a ratos era como aquel promotor, George Parnassus, que acordaba las grandes peleas de box.
Tenía por un lado a los defensores de la 4T: Arturo Zaldívar y el insoportable Epigmenio Ibarra.
A Lilly Téllez ya le habían dado las gracias, por la misma presión del poder, entonces Ciro la niveló con Santiago Taboada y Germán Martínez.
Hasta que llegó el clinch del comunicador con Epigmenio Ibarra y eso fue un vaso que derramó el agua.
La empresa y el mismo comunicador optaron por darles las gracias a todos y se quedó sin colaboradores fijos, ayer mismo dio las gracias a Santiago Taboada, que sabía era su último programa.
No es el mismo caso de Jorge Ramos, de Univisión, que terminó su contrato de 38 años como gran comunicador y entrevistador y, al no llegar un acuerdo con la empresa, se fue de ese noticiero.
Lo despidió al aire otro gran amigo suyo, Raúl Peimbert Díaz, orgullosamente veracruzano.
Se va a extrañar a Jorge Ramos, ese comunicador que tambaleó al criminal dictador Maduro, cuando al entrevistarlo en su país no aguantó ni la segunda pregunta y lo tuvo retenido en Venezuela hasta que entró el gobierno americano a decirle este insolente cabrón: “Lo sueltas, o mando un comando por él”.
Lo soltó.
Buena suerte Jorge, adónde vayas tendrás el éxito de siempre.