DAVID MANUEL MARTÍNEZ PÉREZ
PSICOTERAPEUTA CLÍNICO Certificado en Hellinger Sciencia
“EL OTO LADO DEL ESPEJO”
“PERCIBIENDO EL OTRO LADO DE LA REALIDAD”
Aprende a ver ambos lados de la realidad, lo bueno y lo malo, lo obscuro y lo brillante, lo que duele y lo que sana o terminarás atrapado en la triste realidad que tú mismo creaste.
Si no puedes aceptar lo malo, nunca podrás reconocer lo bueno y todo se convertirá en problemas y hasta las bendiciones en tu vida se convertirán en cargas.
La vida no te trata mal, la vida te da indicaciones para que aprendas y si te quejas y las rechazas peor te va en la vida.
La mejor forma de que pase algo, es dejar que pase hambre, no reaccionar, no alimentarlo porque al final la energía fluye en donde está la atención, no reaccionar, el silencio y la indiferencia son muchas veces la mejor respuesta.
Deja que la negatividad pase hambre y verás como desaparece.
“Cuando dejas de mirar al payaso, el circo se acaba”
EL VÍNCULO CORRECTO
Cuando un vínculo no es recíproco, es decir, cuando sólo una persona pone esfuerzo y energía mientras la otra no, la relación se vuelve desequilibrada y puede generar resentimiento, frustración y agotamiento emocional.
La reciprocidad es esencial porque garantiza que ambas partes sientan que sus necesidades, emociones y esfuerzos son valorados y correspondidos, lo que fortalece la relación y fomenta un sentido de equidad y respeto mutuo.
En una relación recíproca, ambas personas contribuyen de manera activa al vínculo, lo que refuerza la confianza y el compromiso.
Esto no significa que ambas partes deban dar exactamente lo mismo en todo momento, sino que debe haber una sensación de equilibrio en el cuidado y apoyo.
Si siempre es una sola persona la que da, escucha o hace sacrificios, la relación se convierte en una carga para esa persona, mientras que la otra no asume su parte de responsabilidad emocional.
La reciprocidad permite que la relación florezca de manera sana, con ambas personas sintiendo que son importantes y apreciadas.
Además, los vínculos recíprocos son importantes para nuestro bienestar emocional.
Saber que podemos contar con alguien tanto como ellos pueden contar con nosotros, genera un sentido de seguridad y pertenencia.
La reciprocidad crea un espacio de apoyo mutuo donde ambas personas se sienten respaldadas en los momentos difíciles y celebradas en los momentos de éxito.
Este tipo de conexión profunda y equitativa nos ayuda a sentirnos valorados por lo que somos, no sólo por lo que podemos ofrecer.
“Hay gente que cuanto más lejos estén, mejor te va a ti”
99 MONEDAS O 100 MONEDAS MENOS UNA
Un cuento para quienes sienten que nunca alcanzan la felicidad.
Aunque tengan trabajo.
Aunque tengan familia.
Aunque tengan salud.
Aunque aparentemente no les falte nada…
Sienten ese vacío difícil de explicar.
Ese hueco que te hace pensar que tal vez, si tuvieras un poco más, ahora sí podrías ser feliz.
A eso le llamaban el Círculo del Noventa y Nueve.
Había una vez un rey que lo tenía todo: poder, lujos, respeto, sirvientes.
Pero no era feliz.
Siempre sentía que algo le faltaba.
Como si le debieran una parte de la vida.
Un día, vio a uno de sus sirvientes barriendo los pasillos del palacio.
Era un hombre sencillo, con ropa gastada, pero una sonrisa que iluminaba todo.
Cantaba mientras trabajaba.
Se notaba que era feliz de verdad.
El rey, intrigado, le preguntó a su consejero:
—¿Cómo puede ese hombre ser feliz teniendo tan poco?
El sabio respondió con serenidad:
—Porque no ha entrado al Círculo del Noventa y Nueve.
—¿Y qué es eso? —preguntó el rey.
—Déjame mostrártelo.
Esa noche, dejaron frente a la puerta del sirviente una bolsa con noventa y nueve monedas de oro y una nota:
“Este tesoro es tuyo. Úsalo como quieras”.
Al amanecer, el sirviente la encontró.
Emocionado, corrió a contar las monedas:
—Uno, dos, tres… ¡noventa y nueve!
Y entonces… algo se rompió.
—¿Noventa y nueve?
¿Por qué no cien?
En lugar de agradecer, empezó a preguntarse qué había pasado.
Se obsesionó con la moneda que faltaba.
Dejó de cantar.
Dejó de sonreír.
Se volvió tacaño, calculador, ansioso.
Quería esa moneda como fuera.
Trabajaba el doble, no dormía igual… ya no era el mismo.
El rey, desde lejos, lo observaba todo.
Y el sabio le dijo:
—Majestad, eso es el Círculo del Noventa y Nueve.
Pensar que nos falta “algo” para ser felices.
Esa ilusión de que, si tuvieras un poco más, entonces sí… te sentirías pleno.
Pero no.
El vacío no se llena con más cosas.
Se llena con paz.
Con gratitud.
Con conciencia.
Moraleja:
A veces no nos falta nada…
Sólo nos sobran expectativas.
Y si no aprendemos a disfrutar lo que ya tenemos, viviremos como ese sirviente: atrapados en un círculo que nunca se cierra.
¿Y tú?
¿Ya te diste cuenta cuántas monedas tienes… o sigues contando la que te falta?
Aprende a decir ¡es suficiente!
“El hombre se ahoga en el hombre… lo comprendes o te ahogas”
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Psicoterapia Práctica
Manuel David Martínez
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