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CANCIONERO | FUMATA NERA - Las raíces de mi vocación teatral se encuentran en la iglesia del Sagrado Corazón, cerca de una de las casas de mi infancia, a cuya parroquia seguramente pertenecíamos...

Las raíces de mi vocación teatral se encuentran en la iglesia del Sagrado Corazón, cerca de una de las casas de mi infancia, a cuya parroquia seguramente pertenecíamos, y a la que yo acudía los domingos a buscar...

Fumata Nera

FÉLIX CORTÉS CAMARILLO

Las raíces de mi vocación teatral se encuentran en la iglesia del Sagrado Corazón, cerca de una de las casas de mi infancia, a cuya parroquia seguramente pertenecíamos, y a la que yo acudía los domingos a buscar, con perspectiva de género, mujeres bellas.

Por lo menos bien peinadas.

En la liturgia de la misa católica descubrí la magia del lenguaje extraño, cuando las inflexiones de la voz que lo emite le da nuevos signficados.

Ahí me dí cuenta del embrujo que ejerce el vestuario repujado y brillante de los actores en el proscenio, su coreografía y la utilería que usan.

El tañido de campanas, grandota y grave para la convocatoria a las horas del alba o las vespertinas, minúsculas y agudas a manos del monaguillo en la consagración de la hostia, no podía menos que sacudir el corazón de un niño.

Todo ello subrayado por la música de un viento monumental, en un recinto de magnas resonancias.

Ese niño crecido que seguimos llevando dentro, ahora integrado en colectivo universal más allá de religión o fe, se sigue emocionando ante los mismos elementos escénicos: rezo, trajes, palios, mitras, incesarios, báculos, campanas, bóvedas enormes que originalmente diseñaron -entre otros- Bramante, Sanzio, Miguel Ángel y Bernini, órganos de centenares de voces.

Todo ello magnificado hoy por cámaras y micrófonos, satélites y exégetas, bien informados o no, pero que vemos en la tele.

Esperando el mensaje de un humo blanco.

Con el añadido actual de la especulación que nos enseñaron los políticos y el pronóstico de los casinos populares.

Adivinanza y monio se dan la mano.

Ayer por la tarde comenzó el Cónclave vaticano para elegir a un nuevo Papa.

Cada uno de los 133 cardenales del mundo católico, que sesionan encerrados en la Capilla Sixtina, escribe el nombre que su preferencia individual, o la grilla colectiva le dicte.

Quien logre dos tercios de las boletas es el nuevo Papa.

El mundo se enterará de la decisión, cuando por la chimenea hecha ex profeso para ello, emita humo producto de la quema de las boletas; si ese humo es blanco, tenemos Papa.

Ayer, la primera sesión mandó un mensaje ambiguo.

El humo fue negro, pero desde el inicio de la reunión hasta la humareda, pasaron desusadamente más de tres horas.

Tan fácil que es votar, les podrían enseñar los de la mexicanísima Morena.

Se puede especular, y se hizo, muchas cosas.

La primera sesión de una asamblea así requiere el enunciar de las reglas generales de conducta y específicas de sufragio.

Seguramente el decano de los cardenales se sintió obligado a un mensaje orientador.

Tal vez algunos cardenales de nuevo ingreso no están familiarizados con la mecánica.

Se puede adivinar lo que se quiera y apostar lo que se tenga.

Todo es posible en la paz.

Por lo pronto, en la primera entrada colgamos un cero.

PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas):

No al juicio en Jalisco a los Alegres del Barranco, por andar cantando un corrido tumbado con elogios a un narcodelincuente.

Más que prohibir, hay que educar.

Si los jóvenes quieren oír esa música, que la oigan.

Una encuesta dice que la sociedad la rechaza, dejémos que la sociedad la rechace.

Todos esos juicios, más o menos inteligentes, fueron emitidos ayer por la señora presidente Sheinbaum.

Los acelerados que se subieron al tren de la censura están desencantados.

¿En qué quedamos por fin?

Si la que inició la quema de brujas fue precisamente ella.

felixcortescama@gmail.com