Al son de “El Rey” de José Alfredo Jiménez, interpretado por Pepe Aguilar, y en el ruedo de la Plaza México, Enrique Ponce dijo adiós a su brillante e histórica trayectoria, saliendo en hombros con quien fue el rey de la corrida, Diego Silveti, que había cortado dos orejas en el primero de su lote uno de los dos únicos toros buenos del deslucido encierro de Los Encinos.
Apoteósica y emocionante fue ver a la Plaza México de pie, iluminada por los celulares interpretando la famosa canción del compositor guanajuatense y aplaudiendo al grito de “¡Torero Torero!” la salida de ambos triunfadores.
Vestido de blanco y plata con cabos negros, bajo una lluvia de confeti que dejaron caer los aficionados en la puerta de cuadrillas, apareció en su quincuagésima actuación el maestro Enrique Ponce, la figura que toreó por última vez en su vida.
Fue un medio paseíllo el que hizo, porque una gigantesca bandera de México y el redoble de los tambores de una banda de la Policía Bancaria e Industrial rindieron honores con motivo del aniversario 108 de la Promulgación de la Constitución.
Y después otra vez el inconfundible “¡olé!” de la México para que el propio Ponce y sus alternantes, también de blanco su último ahijado, Alejandro Adame, y de obispo y oro, el segundo a quien le confirmó alternativa, Diego Silveti, continuaran el suspendido homenaje.
Tras el paseíllo, la agrupación de matadores entregó un reconocimiento a uno de sus socios españoles y después el público le tributó una ovación de gala al valenciano que, emocionado, simulaba un abrazo antes de agradecer montera en mano a la plaza que registró tres cuartos de entrada.
Educado, invitó a sus alternantes a salir, pero ellos le agradecieron el gesto.
Tras confirmar su alternativa de manos del maestro español, Alejandro Adame realizó una faena de buenos muletazos con clase y temple ante un astado noble al que entendió perfecto sobre el lado izquierdo. Luego de una estocada entera y en buen sitio cortó la primera oreja de la tarde y la de la historia de la carrera del hidrocálido que le había brindado a su hermano Luis David.
Con su segundo, muy deslucido, Alejandro le echó actitud que el público no valoró ante las ganas de ver al maestro valenciano en el toro que marcó su adiós definitivo, el de regalo.
Apareció entonces “Talentoso”, el penúltimo toro de la vida de Ponce y después de algunos lances de buen trazo y una media verónica, muy en el aire del artista valenciano, el astado comenzó a caerse a la arena impidiéndole a Enrique cuajar la faena por lo que abrevió; y tras una estocada, el público le aplaudió.
En cuarto lugar salió el último de los más de cinco mil toros a los que enfrentó Ponce en su fructífera carrera de más de 35 años.
“Protagonista” se llamó el de Los Encinos así como aquel de Fernando de la Mora que en 2005 le permitió a Enrique cortar su primer rabo solo que éste fue otra cosa.
Deslucido, falto de fuerza y con el que se estrellaron los esfuerzos de Enrique, quien acostumbrado a escuchar varios, solo oyó cuatro oles cuando casi empujó al astado con su muleta.
Tras dejar tres cuartos de estocada la gente le hizo salir al tercio cariñosamente y obvió que alternando muchos gritos que le pedían regalar un toro.
Petición que se hizo unánime después de que Alejandro Adame lanceó con belleza al sexto.
Apenas el maestro valenciano levantó la mano y la México rugió.
“Indiano”, número 29 con 505 kilogramos que ahora sí se convirtió al ser de regalo, en el último toro en la vida de Ponce quien lanceó bellamente y después se fue a los medios otra vez a brindarle al público la plaza se puso en pie.
Un espontáneo, muleta en mano, se tiró al ruedo y ante el asombro de todos le pegó algunos muletazos al astado.
El mismo Ponce lo rescató y calmó los ánimos para después hacer una faena poncista con detalles artísticos muy suyos llenos de sentimiento y arte que, rubricados, con tres cuartos de estocada y la concesión de las dos orejas.
Diego Silveti variado estuvo con el capote y después esbozó algunos muletazos que tuvo el astado que demostró nobleza y al que Diego consintió sin forzarlo toreándolo al unipase y metiéndose entre los pitones en una faena que arrancó sonoros olés.
Tras escalofriantes muletazos por la espalda, antecedieron una estocada entera y recibiendo de Silveti que fue premiado por el juez con las dos orejas.
Con su segundo, el guanajuatense volvió a pisarle los terrenos a un toro con nobleza, pero al que le faltó emoción.
Esa se intentó poner Silveti con el ímpetu de triunfar tras haberse comprometido en el brindis con el entrenador nacional Javier “Vasco” Aguirre que fue ovacionado.
Tras un pinchazo terminó con una estocada, firmando una tarde de reencuentro de Silveti con la México.