
SABOR A BARRIO
Por Andrés Timoteo
¡Quién lo iba a decir! La salsa no es latinoamericana sino estadounidense.
Nació en los barrios pobres de Nueva York, la crearon los migrantes latinos -colombianos, puertorriqueños y cubanos, principalmente- que combinaron los sones afromestizos con el jazz y el blues.
La salsa, pues, tiene acta de nacimiento 'gringa' pero en sus venas corre sangre latina, es la hija nacida en el extranjero pero amada y bailada por todos.
Ah y el padrino de bautizo fue México pues el baile es tan sabroso y caliente que lo compararon con las salsas picantes de la gastronomía azteca.
Así lo comenzaron a llamar en los años treinta del siglo pasado cuando los músicos cubanos Ignacio Piñeiro y Cheo Marquetti animaban a los bailarines en sus conciertos al grito de “¡échenle salsita!”
Y fueron los descendientes de aquellos llegados de África hace siglos quienes aportaron gran parte del ADN salsero.
El chileno Pablo Neruda los elogia en su "Bailando con los negros" poetizando una verdad histórica:
“Inmóvil era nuestra verde América/ hasta que se movió como una palma,/ cuando nació de una pareja negra/ el baile de la sangre y de la gracia”.
Hace una semana, el 29 de mayo, se estrenó en Sudamérica el documental "La salsa vive" del cineasta Juan Carvajal, residente en Nueva York desde hace años, pero nativo de Cali.
En la cinta se entrevista a los principales salseros del momento y otros que ya no están vivos pero cuyos testimonios se recuperaron de archivos televisivos, radiofónicos y cinematográficos.
Las luminarias salseras que dan testimonio son Celia Cruz, Larry Harlow, Chocolate Armentero, Rubén Blades, Henry Fiol, Willie Rosario, Johnny 'Dandy' Rodríguez, Alfredo Linares, Jairo Varela, Ángel Lebrón, Samuel Formell y José Aguirre así como bailarines y promotores del género.
“La salsa es una gran sombrilla bajo la cual caben todos los sones, un género que sintetiza el guaguancó, la guajira, el boogaloo, el mambo, el montuno, el chachachá, la guaracha, la descarga, la plena, la bomba, además de los toques del jazz y el blue, todo con ese sabor a barrio porque la salsa nació en las calles y se baila en las calles”, ha valorado Carvajal en varias entrevistas.
CAPITAL MUNDIAL
El panameño Rubén Blandes posteó en las redes sociales en diciembre, en vísperas de estrenarse el largometraje que este "capta la energía y la pasión que definen la salsa, mostrando actuaciones en vivo electrizantes y momentos icónicos que han marcado el recorrido de este ritmo a través de los continentes".
En la cinta se hace una conexión comparativa entre Nueva York y Cali, hoy consagrada como la capital salsera por excelencia.
Antes, el documental se estrenó en los festivales "South by Southwest" de Austin, Texas, "San Diego Latino" de California y el "Nuestros sonidos" del Carnegie Hall en Nueva York.
Vale la pena verlo -está en algunas plataformas de 'streaming'-.
En Cali desde el 2005 fue creado el Festival Mundial de la Salsa como una plan para devolver las calles, el gusto y la alegría a la gente, y educarla en el género con escuelas y concursos de baile y música, exposiciones, simposios y muestras de cine.
La idea fue inyectar a la sociedad un inhibidor de la violencia generada por los cárteles del narcotráfico.
Y funcionó, el pueblo se abocó al baile y la música dejando en buena parte -que no del todo- el llamado del crimen.
La vigésima edición, a realizarse en octubre, llevará el nombre del mítico salsero Wilson "Saoko" Manyoma, fallecido en febrero.
En el 2024, el festival reunió 600 artistas y 26 mil asistentes lo que refrenda a Cali como la capital de la salsa en el orbe.
SALSA MALOGRADA
En Veracruz, el duartismo intentó replicar el festival caleño con el mamotreto llamado SalsaFest en Boca del Río aunque no por amor al género ni para educar a la gente en el mismo ni combatir al crimen sino como un ardid electorero: a cambio de conciertos gratuitos, el priismo buscaba ganarse a los votantes jarochos.
Pan y circo, pues.
El cuitlahuismo retomó el festival con el mismo objetivo electoral.
El agregado fue que al exgobernante le gustaba arrastrar el huarache y las pachangas con cargo al erario.
Ahora con la zacatecana Rocío Nahle se mantiene el evento y la edición 2025 inicia el viernes próximo, aunque ya desde ahora tiene mala racha.
Para empezar, lo querían dedicar a la cubana Celia Cruz y los frenó la fundación que lleva su nombre y posee los derechos sobre el mismo.
En la aldea quisieron abrogárselo sin ni siquiera pedir permiso y tuvieron que recular.
¿De quién fue el desacierto?
De la secretaria de Cultura, Xóchilt Molina, para no variar.
Le dieron la organización a sabiendas de lo que hizo con la Cumbre Tajín.
No escarmientan y ahora la doñita ya le propinó la primera pifia al tal SalsaFest.
A propósito, ese festival que auguran tendrá miles y miles de asistentes -el año pasado, el gobierno cuitlahuista boletinó que había recibido 551 mil personas, ¡20 veces más que el de Cali, risas- lo hubieran cambiado para antes de las elecciones -para eso fue concebido, ¿no?- a ver si así Morena lograba obtener más votos que los que sacó el domingo.
Otro malogro.
Envoyé depuis Paris, France.