DAVID MANUEL MARTÍNEZ PÉREZ
PSICOTERAPEUTA CLÍNICO Certificado en Hellinger Sciencia
MUEVE TUS FICHAS
“PERCIBIENDO EL OTRO LADO DE LA REALIDAD”
Si tu futuro no te emociona, estás en el presente equivocado.
Si vives esperando el fin de semana, quizá es momento de replantearte tus objetivos en el ahora y replantearte tu semana.
Si cada día es una repetición sin propósito de una y otra vez más de lo mismo, llegó el momento de cambiar.
Si vives en piloto automático, no esperes un destino diferente.
El futuro no es cuestión de suerte, el futuro es cuestión de decisiones en el presente y todo futuro empieza con una decisión.
No esperes que algo externo tome el control de tu vida, mueve tus fichas, da un paso hacia un nuevo lugar, porque el futuro que sueñas sólo llega si tú lo construyes.
“Si decir que sí facilita la vida de otros y complica la tuya, entonces la respuesta es no”.
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DUELOS INVISIBLES
¡Hay duelos que vives y ni siquiera te das cuenta!
El duelo es funcional cuando aceptas la pérdida, por ejemplo el duelo de aceptar que tu cuerpo cambia, que envejece, duelo es aceptar que cuando deseas una relación más cercana con tu familia y no lo logras, duelo es asumir ese sueño que tuviste durante mucho tiempo y reconoces que no se va a cumplir, duelo es ver enfermos o ver envejecer a tus padres o verlos morir, duelo es estudiar durante años y súbitamente no gustarte trabajar en eso, duelo es ver que tu carrera profesional no avanza aunque te esforzaste al máximo, duelo es despedirte de la persona que está junto a ti, para dar un paso a un nuevo destino porque esa relación ya no tiene futuro.
Así es como existen duelos que estás viviendo y ni siquiera te has dado cuenta que existen.
“Ámate tanto, que no tengas que volver a esos lugares en donde tanto te dolió la vida. Ámate tanto que siempre elijas tu paz mental”.
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KAFKA EN LA ORILLA
A veces, el destino se parece a una pequeña tormenta de arena que cambia de dirección sin cesar.
Tú cambias de rumbo intentando evitarla.
Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote.
Tú vuelves a cambiar de rumbo.
Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes.
Y esto se repite una y otra vez.
Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer.
Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo.
Esta tormenta, en definitiva, eres tú.
Es algo que se encuentra en tu interior.
Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte los ojos y las orejas para que no se llenen de arena e ir atravesándola paso a paso.
Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siguiera existe el tiempo.
Allí sólo hay arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo.
Imagínate una tormenta como ésta.
“Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Aunque una cosa si es segura, cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella”. Haruki Murakami •
“El cuerpo que tienes refleja
el respeto que te tienes”
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DEJÉ…
Dejé de insistir donde no había lo que buscaba.
Dejé de pedir con las manos cerradas.
Dejé de esperar en sillas ocupadas.
Dejé de intentar en un cuerpo ajeno.
Deje de poner mis expectativas en personas ocupadas.
Dejé de pretender que el otro entendiera.
Dejé de poner los ojos y la esperanza en corazones que no querían latir al lado mío.
Y entonces, ¡magia! ¡Magia!
Volví a mí, como único destino posible.
Volví a mí, como único camino disponible.
Volví a mí, como el único reencuentro pendiente.
Volví a mí y pude verme las costillas, los dolores y mi alma deshidratada, pidiendo agua.
Y me recibí.
Me acaricié.
Me perdoné.
Me recosté sobre mi hombro.
Me nombré con mi propia voz.
Y me encontré.
Distinta pero intacta.
Me tuve otra vez.
Me tengo otra vez.
Y entonces, ¡magia!
Tengo las llaves de las puertas que quiero abrir.
Acá, adentro.
Afuera sólo están las cerraduras.
Pero yo decido dónde y de mí depende cómo.
Yo decido dónde.
Yo elijo cómo…
Yo elijo con quién…
Yo decido qué quiero…
Yo decido qué merezco… y ¡qué quiero!
Y la magia vino a mí, porque nunca se fue, por que siempre habitó en mí, pero no me permitía verla, por rechazarme, y así bajé a mis sombras y resucité, me abracé, me acepté y sigo viviendo a mi manera y con libertad.
Tienes que desarrollar la habilidad de no gustar, para así salir de la cárcel de las opiniones de los demás.
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