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TEXTO IRREVERENTE | LA COCINA DEL DIABLO - Hay una andanada mediática contra la ahora excandidata presidencial, Xóchitl Gálvez y el excandidato a la gubernatura, José Yunes, por impugnar los resultados de la elección del domingo...

Hay una andanada mediática contra la ahora excandidata presidencial, Xóchitl Gálvez y el excandidato a la gubernatura, José Yunes, por impugnar los resultados de la elección del domingo. Los voceros oficiosos del oficialismo...

Por Andrés Timoteo

LA COCINA DEL DIABLO

Hay una andanada mediática contra la ahora excandidata presidencial, Xóchitl Gálvez y el excandidato a la gubernatura, José Yunes, por impugnar los resultados de la elección del domingo.

Los voceros oficiosos del oficialismo los acusan de ridículos, ilusionistas, perdedores sin dignidad y cosas por el estilo, pero es verborrea menor.

La ley así lo establece fue el resultado de la exigencia que por años hizo la oposición y principalmente el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador.

¿Ya no se acuerdan de su grito en el 2006: Voto por voto, casilla por casilla?

Por eso además de ser legal -que está previsto en el marco legal existente- también es legítima la petición de Gálvez y Yunes de recuentos generales y físicos, no digitales.

Más aún con las versiones de que hubo trampa en los famosos Conteo Rápido y el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) para 'cantar' resultados alterados y a favor del morenismo.

Igualmente se habla de un mega-fraude a través de los algoritmos del INE y del OPLE para discriminar los votos para la oposición y sumarlos al oficialismo.

Por eso algunos exigen una auditoria científica a los 'softwares' usados por el árbitro electoral.

Eso debería ser atendido y permitido sin dilación pues los que hoy están en el poder se quejaron de lo mismo en el 2006.

El propio López Obrador denunció un fraude digital en su contra en aquellos comicios.

Acusó que los algoritmos para tal chanchullo fueron proporcionados al entonces IFE por la empresa Hildebrando S.A. propiedad de Diego Hildebrando Zavala, hermano de Margarita Zavala, esposa de su contrincante en ese momento, el panista Felipe Calderón.

Hay un libro imperdible que ayuda a entender la operación de aquel fraude electoral, "La cocina del diablo" del académico Héctor Díaz Polanco, cuyo episodio neurálgico es la noche de aquel 2 de julio del 2006 cuando operaron los sistemas computaciones para -supuestamente- cambiar el resultado de la votación.

Se forzaron "verdades científicas" que luego se buscó validar ideológicamente con senda difusión mediática a fin de dar la impresión de que el resultado era irreversible e incuestionable.

"Cuando se interfiere con el azar, se nota", dice el texto y en el 2006 se notó cómo fue manoseado el azar a través de un 'software' predeterminado para amañar.

Se vio en las inconsistencias en las actas electorales y el comportamiento errático del PREP para 'cantar' a Calderón como el triunfador.

Y, ojo, la obra señala algo que en el 2006 todavía para el grueso de la población era algo de ciencia ficción y ahora es totalmente real y posible: usar a las computadoras no solo como un instrumento de captura de información, sino como un filtro selectivo y condicionado de tendencias de votación.

En pocas palabras y para que lo entienda el lector: el fraude ya no se hizo en las casillas sino en el cómputo digital de las actas.

Por eso el tabasqueño y sus seguidores pedían abrir todas las urnas y contar papeleta por papeleta.

¿PAR DE ESPURIAS?

Hoy se dice lo mismo, hay indicios de lo mismo y los empoderados también se resisten al recuento total.

¿Por qué será?, ¿acaso hubo otra "Cocina del diablo" la noche del pasado domingo?, ¿se trata de la revancha de López Obrador por aquel fraude del 2006 y con los mismos 'fierros' que le aplicaron a él, como dicen algunos analistas?


La paradoja es que los que dicen haber sufrido el fraude cibernético en el 2006 son los que ahora no quieren recontar cada voto y los que hace dieciocho años -intelectuales orgánicos, sobre todo- alardeaban que "las actas hablaron y se debe respetar" son los que hoy cuestionan esas actas y exigen cotejarlas con las boletas.

El mundo al revés, pero lo que no se debe perder de vista es que no abrir las ánforas y recontar cada papeleta le valió al panista Calderón una investidura ilegítima y la referencia de "espurio".

Hoy, si no se recuentan los votos, cada uno, la misma sospecha recaerá sobre Claudia Sheinbaum, a nivel nacional, y la zacatecana Rocío Nahle, a nivel estatal.

No se sabe si la chapuza sea cierta, pero la duda ahí está y se mantendrá, y se prolongará todo el sexenio si no se permite el acceso a cada papeleta.

Seguramente no lo harán, ya dijeron que no abrirán más del 60 por ciento de los paquetes -aunque en el 40 por ciento restante podría estar escondido el cepo-, y lo que sigue en el imaginario colectivo es que la percepción de que las dos serán gobernantes espurias.

Lo que más le conviene a la capitalina y a la de Río Grande, Zacatecas, es pronunciarse para que se abran todas las urnas electorales.

¿Se imaginan la fama que cargará la próxima gobernante de Veracruz?: advenediza, corrupta, nueva rica, incumplida, desarraigada y además espuria. Uf.

Por eso, lo coherente y políticamente correcto es trasparentar el conteo y hacerlo general, salvo que sea cierto que ahí, en los algoritmos del INE y del OPLE, satanás se haya puesto a cocinar.

¿Alguien lo duda?

*Envoyé depuis Paris, France.