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TEXTO IRREVERENTE | 17 AÑOS IMPUNE - La atacaron entre varios y, ya muerta, otros tantos siguieron manoseando su honra y su desgracia...

La atacaron entre varios y, ya muerta, otros tantos siguieron manoseando su honra y su desgracia. Han pasado casi dos décadas de que la anciana Ernestina Ascensión Rosario pereció tras ser violada por un grupo de soldados y su asesinato...

Por Andrés Timoteo

17 AÑOS IMPUNE

La atacaron entre varios y, ya muerta, otros tantos siguieron manoseando su honra y su desgracia.

Han pasado casi dos décadas de que la anciana Ernestina Ascensión Rosario pereció tras ser violada por un grupo de soldados y su asesinato continúa impune.

El 25 de febrero del 2007 la encontraron tirada, con golpes severos y sangrado vaginal en un predio de Tetlalzinga, comunidad del municipio de Soledad Atzompa.

Agonizó durante veinticuatro horas y el 26 de febrero -ayer se cumplieron 17 años- falleció en el Hospital Regional de Río Blanco a donde fue traslada.

Su caso desató la indignación nacional e internacional y puso en la diana a las fuerzas militares por lo que representaba ese crimen.

En Doña Ernestina se conjugaban todas las "desventajas" que una persona puede tener en México: era mujer, era indígena, era pobre, era de la tercera edad y vivía en una serranía marginada.

No solo le negaron el acceso a la justicia sino que ya muerta la tacharon de mentirosa.

Hubo todo un operativo de Estado para desacreditar las últimas palabras que la anciana le dijo a una de sus hijas:

"los soldados se me echaron encima y me lastimaron".

La consideraron loca, delirante, confundida, a fin de exculpar a sus verdugos.

El entonces presidente, el panista Felipe Calderón, que cortejaba a los militares que lo ayudarían en su "guerra contra el narco", aseguró que había fallecido de una "gastritis mal atendida".

A esa versión perversa se sumó vergonzosamente la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) presidida en ese momento por José Luis Soberanes.

Peritos forenses de la CNDH exhumaron el cadáver de la anciana el 9 de marzo de ese año, pero no para conocer la verdad forense sino para acomodar su necropsia a los dichos de Calderón, que el deceso había sido "por causas naturales" y no un crimen.

Fue una operación de altos mandos para desacreditar la primera autopsia realizada por el médico orizabeño, Juan Pablo Mendizabal quien a pesar de haber sufrido el hostigamiento y la represión del gobierno no se desdijo de su evaluación forense.

El legista Mendizabal fue inhabilitado por la entonces Procuraduría de Justicia del estado, al mando del pérfido Emeterio López Márquez y amenazado con despido total y hasta con cárcel directamente por el gobernante del momento, el innombrable, a fin de que rehiciera el expediente de Doña Ernestina.

No hizo ni se rajó.

Ha mantenido su peritaje con dignidad y pruebas científicas: la anciana presentaba signos de desgarre anal y vaginal, y se encontraron restos de esperma en ambos conductos. No varió su reporte ni por las olas bravas que lo azotaron.

En doctor Mendizabal es un ejemplo de congruencia, probidad y ética profesional.

VENDI" EL CADÁVER

Y si a nivel federal la milicia y el calderonismo hicieron conciliábulo para desacreditar a la muerta y dar impunidad a sus atacantes, a nivel local el innombrable cerró el expediente judicial y silencio a la familia a cambio de poder cedido desde el altiplano.

Vendió el cadáver de Doña Ernestina y le pagaron bien.

En las elecciones estatales de septiembre, de aquel 2007, arrasó el tricolor.

No solo obtuvieron 'carro completo' sino toda una locomotora con los rieles y guardagujas.

La fidelidad ganó el 90 por ciento de las diputaciones locales y ayuntamientos.

Fue tal la golpiza electoral propinada a la oposición que el exdiputado perredista, Uriel Flores Aguayo bromeaba con los reporteros preguntándoles:

"¿Alguien anotó las placas?", en referencia al chascarrillo del camión que atropella a todos y ni siquiera lo vieron venir.

¿Lo recuerdan?

El PAN no hizo campaña para ganar ni defendió las plazas y extrañamente el PRD se comportó de manera similar.

La orden presidencial fue dejar hacer y dejar pasar a la fidelidad.

Ese fue uno de los pagos por el cadáver de Doña Ernestina.

El otro fue no intervenir en las negociaciones del fidelato con la criminalidad.

Allí también dejaron hacer y pasar.

Lo que son las cosas.

¿Quién iba a decir que una simple anciana náhuatl se iba a convertir en un factor para el dominio de la mafia en Veracruz?

Las consecuencias sobre aquel episodio de compra-venta de una mujer muerta se siguen resintiendo hasta la actualidad en cuotas de violencia, sangre y terror.

HUBIERA SIDO "COMPLOT"

Eran otros tiempos, no había la conciencia ni la fuerza en la movilización mujeril que hoy existe, pero el crimen de Doña Ernestina fue un feminicidio atroz.

Agravado porque ella era anciana e indígena y sus atacantes servidores públicos.

No se le hizo justicia ni antes ni hoy porque el gobierno del morenista Andrés Manuel López Obrador anunció que se reabriría el caso desde el año pasado, pero no fue cierto y todo sigue en la impunidad.

¿Se imaginan qué hubiera hecho López Obrador si a Doña Ernestina la hubiesen atacado los soldados en este sexenio cuando las fuerzas armadas son las consentidas?

Júrenlo que la acusaba de ser una 'fifí', conservadora, neoliberal y que se murió a propósito en un complot para desacreditar a la "cuarta transformación".

Vaya, si lo hizo con los niños con cáncer, ¿qué le habría costado arremeter contra una pobre anciana indígena?

*Envoyé depuis Paris, France.