No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.
Camelot
NO TENGÁIS MIEDO
Todos los católicos y no católicos, recordamos las primeras palabras de Juan Pablo Segundo, cuando fue entronizado Papa y salió al balcón del Vaticano, donde ellos suelen hablarse de tú con Dios y ven a la multitud allá abajito.
El Papa dijo aquella vez: "No tengáis miedo".
Es que el mundo vivía con miedo.
Le asiste la razón a aquel cuando alerta a que todos nosotros dejemos de estar enviándonos vía correo electrónico cosas de miedo.
Da miedo, por ejemplo, que ahora te llame alguien en busca de tu teléfono y se haga pasar por un amigo o amiga para hackearte y comenzar a pedir dinero a nombre tuyo.
Eso es muy común ahora en los celulares.
Rescato unas líneas del miedo, de Aldous Huxley, novelista, ensayista y poeta inglés:
"El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor.
Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma".
¡Uf!, amanecí muy poeta.
Una última y muy verdadera, de Shakespeare: "De lo que tengo miedo es de tu miedo".
QUE ES UNA DECIMA.
Suele uno preguntar a los que saben de estas cosas.
Voy al Google: "Una décima en poesía es una estrofa constituida por 10 versos octosílabos.
Actualmente se usa esta palabra con el sentido específico de décima espinela o espinela.
La espinela toma su nombre del poeta, novelista y vihuelista (instrumento de cuerda pulsado con arco) español, Vicente Espinel, de fines del siglo XVI".
Los decimeros suelen improvisar, de allí su talento.
Componen una poesía en el aire y la lanzan a la inmortalidad.
Utilizan palabras bellas y algunas veces chuscas y jocosas.
Cuentan los historiadores que de ellos el más picudo lo era el "Vale" Bejarano, y que de allí le seguía en magia e intelecto Guillermo Cházaro, conocido como 'tío Guillo', apelativos muy comunes en esas tierras donde los mangos y los plátanos, la papaya y la fruta nacen y reverdecen.
Hay otro al que recordamos con mucho cariño, Mariano Martínez, que fincó su talento en Tierra Blanca, que también es pueblo.
La décima sotaventina ha callado.
Hoy está de luto, guarda silencio al despedir a muchos de sus hijos.
Tlacotalpeño puro, como Agustín Lara, el poeta se despidió en el mismo momento en que Veracruz celebraba su Cumbre Tajín, quizá para inmortalizarse aún más, como está inmortalizado en el evento anual de decimeros que se celebra en Tlacotalpan, y que lleva su nombre en homenaje y reconocimiento eterno.
