Por Edgar Ochoa/ Notiver
El cambio que viene: la tecnología detrás del plato
Para la temporada 2026, Grandes Ligas podría vivir una transformación histórica: la implementación oficial del Sistema Automatizado de Bolas y Strikes (ABS).
Esta tecnología, ya probada en ligas menores y en entrenamientos primaverales, promete redefinir la zona de strike como la conocemos.
El ABS se basa en sensores de seguimiento y cámaras de alta precisión para determinar si un lanzamiento es bola o strike, eliminando el margen de error humano en esas jugadas cerradas que tantas discusiones generan.
Pero el cambio no será total: los umpires seguirán detrás del plato, cantando la mayoría de los lanzamientos.
Sin embargo, los equipos podrán desafiar aquellas decisiones dudosas mediante un sistema de retos en tiempo real.
Si el equipo considera que el umpire se equivocó, podrá solicitar la revisión del lanzamiento y será el ABS quien tenga la última palabra.
Esta combinación entre tecnología y autoridad en el terreno de juego, busca precisión sin perder la esencia del juego.
El debate ya está abierto:
¿será el principio del fin del umpire tradicional o simplemente su evolución?
¿Innovación o amenaza a la tradición?
El béisbol siempre ha sido un deporte profundamente arraigado en la tradición.
Durante más de un siglo, la figura del umpire ha sido parte del drama del juego: sus decisiones, a veces acertadas y otras no tanto, forman parte del folclore beisbolero.
Sin embargo, con la llegada del ABS, algunos puristas temen que se pierda esa parte humana que, para bien o mal, le da alma al diamante.
El nuevo sistema promete justicia y precisión, pero ¿a qué costo emocional y cultural?
Los defensores de la tecnología argumentan que los errores arbitrales ya no tienen cabida en un deporte que mueve millones de dólares y seguidores.
Dicen que es tiempo de modernizarse, como ya lo han hecho otros deportes con el VAR o el ojo de halcón.
Por otro lado, quienes se oponen señalan que el béisbol no es solo números, sino momentos, tensiones, miradas entre lanzador y umpire, y ese rugido del público tras una decisión polémica.
El reto, entonces, será encontrar el equilibrio: abrazar la innovación sin romper con la historia.
Porque al final, esta sigue siendo una historia llamada béisbol.
