DAVID MANUEL MARTÍNEZ PÉREZ
Psicoterapeuta Clínico Certificado en Hellinger Sciencia ®
MIS DEMONIOS
“PERCIBIENDO EL OTRO
LADO DE LA REALIDAD”
Mis demonios no pueden parar de observarme y de hablarme, ahora son mis aliados.
Cuando aparecen, los miro de reojo y les sonrío, son muy divertidos cuando los comprendes.
Yo les cedía todo el poder que tenían sobre mí, sentía miedo, me creía débil, no me conocía, no era consciente de lo poderoso que soy.
Mi demonio de la pereza solía sabotear mi productividad, pero hoy elijo la acción y la determinación.
- Mi demonio de la ira solía desencadenar conflictos, pero encontré el autocontrol y la paz interior como mi respuesta.
- Mi demonio de la envidia solía hacerme sentir insatisfecho, pero el cultivo de la gratitud iluminó mi camino.
- Mi demonio de la lujuria solía nublar mi juicio, pero la autoconciencia y el respeto por mí mismo me guían hacia mejores elecciones.
- Mi demonio de la avaricia solía anhelar más y más, pero descubrí que la generosidad y la compartición enriquecen mi Ser.
- Mi demonio de la soberbia solía hacerme creer superior, pero la humildad me conectó con la humanidad.
- Mi demonio de la gula solía tentarme con excesos, pero el equilibrio y la moderación nutrieron mi bienestar.
Gracias, demonios, por permitirme ver la oscuridad en mí, ahora sé donde llevar mi Luz.
8.- Un alma fuerte no nace del paraíso, nace del infierno.
9.- Las religiones buscan alcanzar el cielo, la espiritualidad la buscan los que vienen del infierno y se hacen fuerte.
10.- Si desaparecen mis demonios, mis ángeles también desaparecerán. Así es el perfecto equilibrio, luz y sombra.
“No era magia solo te engañó con sus trucos.
Si ya conoces al mago por qué te sorprenden sus trucos”.
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CONTROL Y CONSCIENCIA
DE TUS EMOCIONES
Si ves a alguien que fue tu pareja con otro tipo, no te pongas celoso.
No caigas en el teatro emocional que la mayoría de hombres interpreta cuando sienten que “pierden” algo.
No entres en modo víctima, no hagas escándalos, no hagas preguntas desesperadas ni caigas en el error infantil de competir con otro hombre por una mujer.
Ese es el comportamiento del que no se conoce a sí mismo, del que depende emocionalmente de alguien más para sentirse valioso.
En ese instante, el 99% de los hombres revela su fragilidad interna.
Reaccionan con rabia, con inseguridad, con miedo a ser reemplazados, y esa reacción, lejos de recuperarla, solo confirma la razón por la que ella se alejó: estabas vacío por dentro.
La reacción de un hombre real es la opuesta.
Es fría, silenciosa, impenetrable.
No porque no duela, sino porque entiende que su dolor no debe convertirse en espectáculo.
Que su dominio interno vale más que cualquier situación externa.
Un hombre auténticamente masculino no entra en pánico; calcula.
No grita; observa.
No ruega; decide.
Y en su decisión se muestra su fuerza.
El hombre que domina su mundo interno jamás cae en la ilusión del “quítate tú para ponerme yo”.
Porque su identidad no se quiebra por la elección de una mujer, ni su estabilidad depende de si alguien más la está mirando.
Los celos no son prueba de amor: son evidencia de una autoestima frágil.
Cada explosión emocional es un grito silencioso diciendo: “No me siento suficiente, no confío en mí, temo quedarme solo.”
Pero cuando eliges la templanza, cuando sostienes la mirada, cuando mantienes la dignidad incluso frente a una traición, demuestras una fortaleza que no se aprende en redes ni se gana con frases motivadoras: se forja en la disciplina, en la autoconstrucción, en el camino del hombre que se respeta.
Ese hombre no necesita demostrar nada.
No compite.
No mendiga.
No espera explicaciones.
Él se retira cuando debe retirarse, no por debilidad, sino por poder.
La verdad es simple: si ella se fue, si te cambió rápido, si prefirió a otro, entonces jamás fue tuya.
Solo estaba de paso.
Y cuanto antes lo entiendas, antes recuperarás tu energía.
Un hombre sólido nunca teme perder a una mujer, teme perderse a sí mismo.
Cuando te conviertes en un hombre con propósito, con opciones, con disciplina, con presencia… el concepto de “reemplazo” deja de aplicarse a ti.
Porque los hombres de alto calibre no compiten por atención: la atraen.
No persiguen: seleccionan.
Y quien no supo valorarte cuando estabas, solo podrá lamentarse cuando te vea convertido en alguien imposible de alcanzar.
En este juego, el que suplica pierde, pero el que se transforma gana respeto.
No luches por convencer a nadie de quedarse en tu vida.
Lucha por convertirte en el tipo de hombre que jamás será descartado.
Si estás listo para dejar de ser un esclavo emocional y empezar a forjarte como un hombre invencible, con autocontrol, dominio interno y un marco inquebrantable, entonces es hora de dejar la reacción y entrar en la construcción.
Si de verdad quieres convertir tu dolor en poder, tu rabia en disciplina y tu ruptura en evolución, empieza hoy, dale la vuelta a tu historia transformándote en el hombre que nunca se quiebra y que nunca puede ser reemplazado.
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Psicoterapia Práctica
Manuel David Martínez
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