
DAVID MANUEL MARTÍNEZ PÉREZ
Psicoterapeuta Clínico Certificado en Hellinger Sciencia ®
EL SECRETO:DISCIPLINA
“PERCIBIENDO EL OTRO LADO DE LA REALIDAD”
La diferencia entre los hombres que trascienden y los que se quedan estancados nunca ha sido la suerte, ni el talento, ni siquiera las oportunidades, a verdadera diferencia es la disciplina y la dirección a un objetivo claro.
Porque el talento sin disciplina se desperdicia, la suerte sin disciplina se desvanece, y la oportunidad sin disciplina se pierde.
La disciplina es la raíz de toda grandeza: el motor silencioso que convierte las promesas en hechos y los sueños en realidades palpables.
Cuando la vida se complique, cuando las excusas empiecen a sonar tentadoras, cuando el cansancio intente derrotarte, lo único que te mantendrá de pie será tu disciplina.
La motivación es volátil, nace y muere con el estado de ánimo.
Hoy está, mañana desaparece.
Pero la disciplina es un pacto con uno mismo, una decisión firme que no depende de cómo te sientes, sino de lo que sabes que debes hacer.
Es el recordatorio constante de que, aunque todo se derrumbe, tú sigues avanzando.
Si dominas tu disciplina, dominas tu destino.
Porque es la disciplina la que construye imperios, la que esculpe cuerpos de acero, la que genera riqueza y la que transforma hombres ordinarios en leyendas.
No hay fórmulas mágicas, no hay secretos ocultos, no hay atajos: todo se reduce a la capacidad de levantarte cada día, soportar el dolor, enfrentar la incomodidad y avanzar con consistencia brutal hacia lo que deseas.
Y ahí está la línea divisoria: o eres esclavo de tus impulsos, de tu pereza, de tu necesidad constante de gratificación inmediata… y terminas atrapado en la mediocridad.
O decides tomar el control, endurecerte y avanzar sin disculpas, sin esperar que nadie lo entienda ni lo aplauda.
La disciplina es la llave de la élite, de los hombres que dejan huella, de los que dominan su entorno y convierten su vida en un legado imposible de ignorar.
Tu éxito no depende de lo que sueñas, depende de lo que haces repetidamente cuando nadie te ve.
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LAS ADICCIONES: UN VÍNCULO CON LO NO DICHO
Las adicciones no son simplemente una falta de voluntad ni un mal hábito.
Son un intento desesperado del alma por llenar un vacío, por escapar de un dolor no nombrado o por mantener una lealtad invisible con la historia familiar.
Cada adicción tiene un significado profundo, una raíz que muchas veces no se ve a simple vista, pero que se siente en cada repetición, en cada recaída, en cada impulso incontrolable.
Dicen que la palabra adicción proviene de “no dicho”, de aquello que quedó atrapado en la memoria del cuerpo y del sistema familiar.
Un dolor no resuelto, un duelo no elaborado, un amor que nunca llegó.
¿Qué busca evitar quien cae en una adicción?
¿Qué historia sigue resonando en su vida sin que pueda detenerla?
Las sustancias, los hábitos, las obsesiones… todas son manifestaciones de una necesidad más profunda.
Las drogas (cocaína, marihuana, heroína, etc.) buscan desconectar de una realidad insoportable, olvidar una herida del pasado o romper un vínculo con la autoridad que se vivió como opresiva.
El alcohol ahoga el miedo a sentir, la necesidad de evadir la vida, el dolor de una madre ausente o un amor que no pudo sostenerse.
El tabaco busca llenar un vacío materno, suplir la falta de contacto emocional o generar una sensación momentánea de calma.
El azúcar y el chocolate intentan compensar la ausencia de amor y ternura, el hambre de dulzura que la infancia no pudo saciar.
El sexo sin conciencia reemplaza la conexión real con una búsqueda física constante, confundiendo deseo con amor.
El trabajo en exceso es una carrera sin fin para demostrar valor, para sentir que se es suficiente en un mundo donde la productividad vale más que la propia vida.
El ejercicio compulsivo intenta esculpir un cuerpo que tal vez nunca será suficiente para quien no se acepta a sí mismo.
Las compras compulsivas llenan carritos vacíos como quien intenta llenar el vacío interno con objetos que nunca serán suficientes.
Las relaciones tóxicas y la dependencia emocional reflejan la lucha por retener el amor, por no ser abandonado, por no revivir una herida que ya fue demasiado grande en el pasado.
La obsesión con el control es el miedo a la incertidumbre, el intento de sostener la vida con fuerza para no caer en el caos.
El apego al sufrimiento, al drama o a la tristeza son muchas veces una lealtad inconsciente a un destino familiar donde el dolor fue la única forma de pertenecer.
Cada adicción es un mensaje oculto.
No se trata sólo de dejarla, de controlarla o de sustituirla con otra.
Se trata de mirar su raíz, de preguntarse con valentía qué vacío está intentando llenar y de reconocer la historia que la sostiene.
Sanar una adicción no es una batalla contra el impulso, es un proceso de reconciliación con el pasado, un acto de amor hacia uno mismo y un permiso para vivir sin cadenas.
Porque solo cuando entendemos que lo que buscamos afuera nunca podrá llenar lo que falta dentro, podemos finalmente encontrar la paz que tanto anhelamos.
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