DAVID MANUEL MARTÍNEZ PÉREZ
Psicoterapeuta Clínico
Certificado en Hellinger Sciencia ®
EL PEÓN
“PERCIBIENDO EL OTRO LADO DE LA REALIDAD”
En el mundo del ajedrez, la atención suele centrarse en piezas como la dama, la torre, el caballo y el alfil.
Sin embargo, el peón, esa figura aparentemente insignificante, esconde una rica historia, simbolismo y un potencial sorprendente.
El peón representa al soldado raso, al ciudadano común que inicia la contienda en la línea del frente y, a menudo, es sacrificado sin compasión.
En la Edad Media, el ajedrez se utilizaba como herramienta para enseñar estrategia y jerarquía, donde cada peón simbolizaba diferentes oficios: campesinos, herreros, comerciantes, todos con roles esenciales en el mantenimiento del reino.
Originalmente, los peones solo podían avanzar una casilla, pero en el siglo XV se les permitió moverse dos casillas en su primer turno, lo que no solo aceleró el ritmo de las partidas, sino que también les otorgó un mayor protagonismo en el juego.
Una de las características más fascinantes del peón es su capacidad de transformación: al alcanzar la última fila, puede convertirse en cualquier otra pieza, incluso en una dama.
Esto resalta que el más humilde de los elementos puede ascender a una posición de gran poder. Grandes campeones han afirmado que “los peones son el alma del ajedrez”.
La estructura de los peones establece el rumbo de la partida y determina las fortalezas y debilidades de ambos bandos.
En las etapas finales del juego, un solo peón puede ser el factor decisivo entre la victoria y la derrota.
El peón no es una pieza débil; es paciente.
No es insignificante; es la base de toda estrategia.
Cada vez que lo subestimas, el tablero te recuerda que incluso el más pequeño de los elementos tiene el potencial de cambiar el destino de la partida.
Así que disfruta el juego momento a momento porque al final de la partida todos se van al mismo lugar, al cajón.
“En el amor y la guerra todo se vale, menos arrastrarse.
En la guerra se muere de pie y en el amor se dice adiós con dignidad”.Charles Bukowski .
SOLITUD
Un hombre con pocos amigos no es un hombre solo…
Es un hombre sabio.
No necesita una multitud.
No busca aplausos.
No quiere pertenecer a ningún grupo si para eso tiene que traicionarse a sí mismo.
Él ya aprendió, a golpes, a silencios, a decepciones,
que la calidad es mil veces más valiosa que la cantidad.
Que hay compañías que solo dan ruido, y soledades que dan paz.
Un hombre así no tiene miedo de estar solo,
porque no le teme a su propia voz.
Se escucha. Se respeta.
Y por eso no deja entrar a cualquiera en su vida.
Evita el drama. Le huye al chisme.
No está en todos lados, pero siempre está donde realmente vale la pena.
No gasta su energía en relaciones vacías,
ni finge cariño para encajar.
No lo confundas con un hombre frío.
Es solo que ya no se deja calentar por cualquier fuego.
Así que si conoces a un hombre con un círculo pequeño, no lo subestimes,
probablemente ese silencio que lleva encima es su forma más alta de libertad.
"Cómo voy a culpar al viento del desorden que hizo, si fui yo quien abrió la ventana”.
NO TE CONFUNDAS
Cuando mi estupidez, te haga creer que eres sabio.
Cuando mi silencio te haga creer que tienes razón.
Cuando te rías de mis años vividos, y te sientas mejor que yo.
Cuando me insultes, porque no opino como tú.
Cuando tu ideología política, me transforme en perseguido.
Cuando mi independencia te resulte incómoda e insultante.
Cuando mi vida privada, te interese más, que tu desayuno, piensa que tengo la suerte de no ser como tú.
SABIDURÍA
Cuando algo intenta perturbar tu paz, no reacciones con prisa ni fuego.
Observa. Respira. Comprende que todo lo externo es apenas una sombra, y tú eres el sol.
La tormenta puede gritar, pero tú no eres el eco de esa tormenta.
Eres el silencio que la contiene.
No permitas que las palabras hirientes, las miradas vacías o las energías ajenas dicten tu estado interior.
La mente que se deja arrastrar por cada viento termina perdida, pero aquella que se ancla en la conciencia permanece inmóvil.
Cada emoción negativa es una prueba.
Cuando controles tu respuesta, habrás conquistado más que un imperio: te habrás conquistado a ti mismo.
La rabia, la ansiedad, el miedo… no son enemigos, son mensajeros.
Escúchalos sin alimentarlos.
Siente sin reaccionar.
Responde desde la calma, y verás cómo hasta el caos se inclina ante quien ya no se deja perturbar.
Recuerda: la paz no es la ausencia de ruido, sino la fuerza interna de permanecer en silencio incluso dentro del estruendo.
Tú no eres lo que te pasa.
Eres lo que eliges ser frente a lo que te pasa.
“Una visa vacía es una vida pesada”
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