Por el Dr. Rafael V. Aguirre Meneses
Ateroesclerosis. Más común de lo que imagina.
La palabra ateroesclerosis proviene de los vocablos griegos athero (pasta) y skleros (duro), y consiste en el depósito de colesterol en las paredes de las arterias en forma de placas (ateromas), las cuales crecen a lo largo de la superficie lisa del vaso sanguíneo provocando su ruptura, lo que a su vez puede ser causa de formación de coagulo o trombo que deriva en bloqueo completo de la circulación por el conducto referido.
Como resultado, el órgano que recibe sangre de la arteria afectada carece de oxigeno y sus células pueden sufrir daño severo e, incluso, morir.
Aunque su origen no se ha definido con exactitud, se han encontrado algunas razones que lo provocan como el tipo de vida de las grandes ciudades, ritmo acelerado de actividades, estrés, tabaquismo, sedentarismo, obesidad, mala alimentación y presiones de diversa índole.
El colesterol, al igual que los triglicéridos, forma parte de las grasas del organismo, también conocidas como lípidos, presentes en la estructura de todas las células, pues se encuentran en la membrana (envoltura) de éstas.
Se utilizan como materia prima para la síntesis de algunas hormonas y, al metabolizarse, producen energía.
Reportes de la Secretaria de Salud señalan que más de la mitad de la población adulta de nuestro país rebasa los límites o registra niveles de colesterol por encima del rango “deseado”, problemática que con frecuencia empieza en la infancia por malos hábitos nutricionales, siendo en algunos niños más alto el riesgo que en otros, debido también a ciertos antecedentes familiares de obesidad e incluso genéticos.
Informes al 22 97 02 76 34 o al 22 95 20 48 59.