
Ce Ce en Veracruz
SORPRESA DE SEPTIEMBRE. Lo prometido es deuda... Mikey Gallegos nos comparte la reseña de la película Under the skin:
¿Dónde están todos? Preguntó Enrico Fermi después de meditar y hacer un rápido cálculo de probabilidad.
Las variantes del cálculo eran órdenes de magnitud cósmica.
La pregunta que lo había empujado al cálculo era: ¿Cuántas civilizaciones alienígenas inteligentes puede haber en nuestra galaxia?

Con alrededor de 100 mil millones de estrellas en nuestra galaxia y un planeta en promedio por cada estrella, la contradicción entre las altas probabilidades de que nuestra galaxia esté repleta de vida inteligente y la ausencia total de evidencia de la misma genera más que una simple intriga.
Lo anterior plantea un problema científico fascinante que, a medida que intentamos responderlo, nos fascina y nos aterra por igual.
La pregunta en el corazón de la paradoja de Fermi ha generado múltiples respuestas e hipótesis.
El cine ha propuesto algunas respuestas.
Unas más interesantes que otras.
Under the skin (Jonathan Glaser, 2013) se adscribe de manera muy original a este subgénero del Sci-fi que puede entenderse como una de las respuestas a dicha paradoja;
sin embargo, la cinta como respuesta propone más con mucho menos.
El film de Glaser es una adaptación de la novela homónima de Michel Faber que fue preseleccionada para el Premio Whitbread; pero el argumento de la novela fue desnudado hasta los huesos dándonos una trama minimalista, misteriosa y brutal.
La respuesta: "Ellos" ya están entre nosotros, y no precisamente por razones amigables.
Su película sigue de cerca a uno de ellos.
El alien de Glasser es muy inquietante, no porque tenga un aspecto monstruoso, sino por todo lo contrario, es sumamente hermoso.
Scarlet Johansson da vida a este misterioso alien.
Su performance es sólido, preciso y en perfecto equilibrio con el tono de la película, que nos interpela con imágenes poderosas e inquietantes, de una belleza oscura y ominosa.
La trama avanza parsimoniosa siempre gracias a las imágenes.
Es una película con muy pocos diálogos, eminentemente visual y con un diseño sonoro exquisito, toda una experiencia sensorial.
Este alien de apariencia atractiva transita por las calles de Escocia, en una furgoneta, acechando a sus posibles víctimas masculinas.
La trama no es mucho más que eso, pero el punto de vista de la cinta, que es el del alien, nos incomoda porque logra representar a los seres humanos como parte de la otredad.
Nos vemos a nosotros mismos como algo ajeno y extraño.
Alejado de los convencionalismos del género, Glasser logra un alien convincente con una forma humana reconocible, tal vez ésta sea una de las mayores virtudes de la cinta.
Aunque la película tiene un par de desnudos integrales de la protagonista, el excelente trabajo fotográfico de Daniel Landing y el tono inquietante generan una ausencia total de erotismo, un gran logro dados los atributos físicos de nuestra protagonista.
El alien, a causa de las interacciones con los humanos, cambia.
Entre la incertidumbre y la confusión es arrastrado hacia lo humano.
Hasta entonces se había aprovechado de la pulsión sexual y había utilizado la belleza como cebo para atrapar a sus víctimas, pero al final él mismo se convierte en presa.
El que logre crear un vínculo y con esto humanizarse es un planteamiento que explora una idea compleja y bella.
Lo humano, esa reinvención que hemos hecho de nosotros mismos, es transmisible a través de lo cultural.
A pesar de que se genera a partir de nuestra condición genética y que es una consecuencia de nuestra compleja evolución es importable, transmisible.
Es a lo que Cormac McCarthy nombra "Pasar el fuego", en su novela The road.
Ese conjunto de ideas que llamamos "lo humano", bien entendidas y aprehendidas en un receptor sensible a través de nuestros actos, es capaz de transmutar.
Pero nuestra humanidad también tiene un lado oscuro, el mismo que conduce a la cinta a su irónica conclusión; para entonces el alíen, que es un poco más humano, nos parece diferente, más cercano.
Nos importa. Nosotros también hemos cambiado.
Under the skin puede verse en Amazon Prime.
LA ENTREVISTA
¿Quién es Mikey Gallegos?
Originario del puerto jarocho, Mikey estudió cine en la escuela "Luis Buñuel", cursó talleres y diplomados sobre narrativa audiovisual, guión, montaje, diseño de producción y dirección.
Su experiencia en el séptimo arte abarca cortometrajes, largometrajes, documentales y comerciales, incluyendo un par de óperas primas de algunos creadores nacionales.
Después de trabajar en el área de maquillaje en un largometraje de Mel Gibson en 2006, que se rodó en diversas locaciones del Estado de Veracruz durante seis meses, aumentó su inclinación hacia el cine, el cual considera de un estímulo sofisticado, y de esta forma decide dedicarse al cine de forma profesional.
Destacan en su trayectoria, su colaboración en: "Warriors" (capítulo de Cortés), serie documental sobre líderes militares legendarios, producida por la BBC en 2008; "The doctor" (Francisco Domínguez, 2017) cortometraje, en el departamento de arte; los largometrajes "Cancuncito" (Isael Gutiérrez, en producción), "La raya" (Yolanda Cruz, en producción) y "Hope, Soledad" (Yolanda Cruz, 2021); así como en un documental sobre el carnaval de Coyolillo, Veracruz, sobre las máscaras representativas del lugar.
Entre los géneros favoritos de Mikey están la ciencia ficción y el wéstern.
Actualmente tiene en pie un proyecto, un largometraje de ciencia ficción, se desarrolla en el bosque y es sobre un par de cazadores que se topan con un siniestro, durante el cual le disparan a un ciervo... detonando toda una historia... ya estoy viendo el teaser en mi mente.
Muy interesante.
¿Qué opina sobre la frase "me atrapó en los primeros minutos"?, para seguir viendo una película.
"Varias cosas, entre ellas una gran historia, grandes personajes, como en 'Bastardos sin gloria' de Tarantino, con Hans Landa, que es un personaje fascinante y que abre la película; un personaje complejo, difícil de descifrar al menos al principio, y ves cómo se va revelando poco a poco su naturaleza violenta, una especie de lobo con piel de cordero; esto te mantiene atento, es lo que atrapa en una película, el gancho que puede tener un personaje bien escrito, bien dimensionado, complejo y que de alguna manera termina convirtiéndose en algo muy fascinante", nos dice nuestro entrevistado.
En su labor diaria, Mikey Gallegos procura no alejarse de su interés profesional.
Cuando no hace cine, realiza trabajo visual, con la cámara, videoclips musicales, así como todo lo afín a la imagen audiovisual.
Por último, hace un llamado a las instituciones educativas y culturales a que se sumen en la difusión del cine, para su correcta apreciación con las mejores herramientas, haciendo talleres o clubes de cine en las escuelas de nivel básico -para comenzar-, para que niños y adolescentes lo tomen como algo serio y no sólo como entretenimiento; considerándolo como una profesión o forma de vida.
No te pierdas la próxima reseña fílmica de Mikey Gallegos, sólo en La Cartelera del NOTIVER.
VUELTA DE HOJAS.
La revista literaria "Prosa & Co" presentará su número 11 (septiembre-octubre 2025), el sábado 27 de septiembre de 2025, a las 19:00 horas, en la planta alta de la librería ubicada en Esteban Morales 524, en la colonia Centro de nuestro hermoso puerto de Veracruz.
Acompáñame a saber más de estas creaciones literarias y gráficas de algunos artistas jarochos que participan en este número.
Y si deseas ser parte del proyecto, envía tu propuesta (cuento, novela, poesía, música, artes visuales y teatro) a prosaico.larevista@gmail.com
¡Ahí te veo!
FÚNEBRE GOZO
Así se vivió la presentación del poemario audiovisual de Roberto Rosales el día de ayer, en CASA ERRANTE.
HISTORIAS DE MAR
Roberto Rosales Martínez nos hace llegar otra historia que formará parte de las memorias de Alfredo Casarin Padilla.
Aquí, el texto íntegro:
"Sobre la isla, un faro
dentro del faro
un hombre luminoso.
El hombre del faro".
"Santiaguillo, te extraño.
No es una isla.
Es un islote.
¿La diferencia?
Una isla te imaginas algo con playas, palmeras, quizás hasta alguien viviendo en ella.
Un islote es sólo un pedazo de tierra áspera que emerge del mar como un desafío.
Una porción de tierra rodeada de agua por todas partes.
Por arriba está el cielo, testigo mudo de todo.
Y en medio de ese cielo, el faro de Santiaguillo.
El Faro de Santiaguillo es el más lejano de todos, el más peligroso, el más pequeño.
Tan pequeño que se puede recorrer de punta a punta en cinco minutos, seis si vas despacio y te resistes a que se acabe.
No hay mucho que ver: una plancha de cemento frente a la Casa del Faro, y el resto, puro coralillo afilado y rocas vestidas de lapas y ostras que cortan como navajas.
Para caminar sobre él, no valían las chanclas.
Había que usar zapatos viejos, esos que ya no importa destrozar.
La torre era alta, delgada, un rayo blanco clavado en el corazón del mar.
Subir todos los días sus escaleras era un ritual.
Desde arriba, la vista no tenía fin: solo el azul infinito, roto por el blanco de la espuma donde las olas se estrellaban contra los acantilados.
Había un pequeño muelle de madera, solitario y cojo, que se adentraba unos metros en el mar.
De un lado, un bajo -así le decimos a donde el agua es tan transparente que se ve el fondo de arena y piedra-.
Después de unos metros, todo cambiaba.
El fondo marino desaparecía en un abismo azul oscuro, un acantilado submarino por donde navegaban, como fantasmas silenciosos, los barcos de altura.
Estar ahí era estar solo de verdad.
Tan lejos del puerto y de la costa que los pescadores rara vez se acercaban.
Si pasaba algo, pedir ayuda era un grito en el vacío.
Y para recordarte que el mundo aún era salvaje, estaban los tiburones.
Sus aletas surcando el agua cerca del faro eran una presencia tan constante como la sal en el aire.
Era feo, pequeño, lejano, áspero como la vida misma.
Y siempre lo quise.
Todavía hoy lo recuerdo con una punzada de nostalgia que me hace preguntarme: ¿seré masoquista por extrañar aquel aislamiento, aquella lucha constante contra los elementos?
O quizás, simplemente, extraño la pureza de un lugar donde lo único que importaba era la luz del faro contra la oscuridad del mar".
"Alfredo Casarin Padilla vivió 18 años en diversos faros rodeado por el mar. Ahora es un ser terrestre".
Sigue las historias del Hombre del faro en La Cartelera del NOTIVER y colecciona tu ejemplar.
***Si te perdiste una de estas historias, recuerda que puedes adquirir los números anteriores del NOTIVER en Canal esquina Gómez Farías, en pleno centro histórico del puerto de Veracruz (frente al Baluarte de Santiago).