Ce Ce en Veracruz
HUELLA JAROCHA. Este verano 2025, conozcamos la obra en grabado de jóvenes veracruzanos, reunida en la exposición "Entre tintas y papel: Una huella jarocha"; como resultado del Taller de Gráfica Creativa Yanga, impartido en el Centro Cultural Atarazanas.
Asiste de martes a domingo al callejón Julio S. Montero s/n entre Esteban Morales y Francisco Canal, en nuestro hermoso puerto de Veracruz (frente a Bachilleres de Veracruz), de 11:00 a 18:00 horas.

La entrada es gratuita.
¡Ahí los veo!
FOTOGRAFÍA AL AIRE LIBRE. Como parte del 117 aniversario de la puesta en marcha de los primeros tranvías eléctricos en este puerto jarocho, la Asociación Civil Veracruz a Través del Tiempo nos invita a la exposición fotográfica al aire libre "Tranvía de mis recuerdos".
¿Dónde? En Independencia esquina Rayón, en la colonia Centro de Veracruz (frente al parque Zamora).
Disponible hasta el 5 de agosto de 2025.
HISTORIAS DE MAR.
Roberto Rosales nos comparte la séptima historia de las memorias de Alfredo Casarin Padilla.
Aquí el texto íntegro:
"Vida de guardafaro
Para poder entender la vida que me tocó vivir en las islas y particularmente en los faros, es un poco difícil, quizá porque se les hace nada común o no conocen lo que hay dentro del mar.
Veracruz no termina en la playa.
Una isla es, como dicen en la escuela, una porción de tierra rodeada de agua, pero ¿Quién vive ahí?¿Por qué vive ahí? ¿Cómo es la vida en ese lugar donde solamente hay un faro?
Antes de ser guardafaro fui 'perro' en una carpintería.
Antes no se usaba el pegamento resistol, se usaba la 'cola'; tenía que hervir las hojuelas en agua caliente y estarle moviendo hasta que tuviera su punto exacto para poder usarla, así me la pasaba 'moviendo la cola, por eso le llamaban 'perro' a mi oficio.
Tuve otros oficios, pero también tenía ilusión de entrar a la preparatoria.
Una vez, escuché una plática de mis padres donde decían que podían pagar los estudios de mis hermanos y míos; entonces les dije que a mí no me gustaba la escuela, que yo quería trabajar y fue entonces que entré al Servicio de Faros siendo un chamaco, incluso me aumentaron un año en la edad para que me dejaran entrar.
Cuando recibí el alta oficial como guardafaro me mandaron a la isla, más que isla, islote: al faro de Santiaguillo.
Arriba del barco que me llevaba a mi primer faro me la pasé pensando en cómo sería mi vida al desembarcar, pensé en regresar, quise decir que ya no quería ese trabajo, quise decirle al capitán que me regresara al puerto, pero tenía algo que me impulsaba, era el sentido de la RESPONSABILIDAD, así con mayúsculas, y les agradezco a mis padres que me la inculcaran.
Acepté mi nueva situación y desembarqué en un lugar que no tenía ni una hierba, solamente piedras y corales, el lugar se recorría en unos siete minutos o menos porque era un islote en forma triangular, los paseos se tenían que hacer con zapatos, no se usaban las chanclas porque las piedras se clavaban en los pies y lastimaban.
Vislumbré lo que sería mi destino, pero leer la novela que escribió Alexandre Dumas, en donde el personaje principal es apresado y llevado a una isla en Francia, me ayudó mucho a pensar que era el Conde de Monte Cristo.
Era el personaje perdido en el mar, sin vecinos, sin gente, solamente una casa dividida en dos cuartos grandes, aunque aquí tenía la compañía del guardafaros, su esposa y un gato muy flaco que nadie sabía cómo llegó a la isla, pero desde que llegué nos hicimos, si se puede decir, amigos, aunque a mí la verdad no me importaba mucho, pero él siempre andaba pegado a mis talones, incluso en la noche, yo dormía en mi catre y él dormía junto a mí sin saber lo que pasaría después...".
"Alfredo Casarin Padilla vivió 18 años en diversos faros rodeado por el mar. Ahora es un ser terrestre".
Espera la próxima entrega de las historias del Hombre del faro, en La Cartelera.
¿A qué eventos culturales te gustaría ir o cuáles crees que sean de interés general?
Comparte tu opinión en cece.en.veracruz@gmail.com y la publicaremos en la siguiente edición.
Fotos de Ce Ce