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LA CARTELERA | - El Colectivo Teatral Mocambo presenta hoy, domingo 13 de julio de 2025, la obra "Un dios salvaje", una comedia de Yasmina Reza; representada por los actores Arturo Toral, José María Mendiola...

El Colectivo Teatral Mocambo presenta hoy, domingo 13 de julio de 2025, la obra "Un dios salvaje", una comedia de Yasmina Reza; representada por los actores Arturo Toral, José María Mendiola, Mónica Mendoza y Fabiola Guzmán...

LA CARTELERA | - El Colectivo Teatral Mocambo presenta hoy, domingo 13 de julio de 2025, la obra "Un dios salvaje", una comedia de Yasmina Reza; representada por los actores Arturo Toral, José María Mendiola...

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ÚLTIMA LLAMADA.

El Colectivo Teatral Mocambo presenta hoy, domingo 13 de julio de 2025, la obra "Un dios salvaje", una comedia de Yasmina Reza; representada por los actores Arturo Toral, José María Mendiola, Mónica Mendoza y Fabiola Guzmán.

Acompáñame a las 19:00 horas, al Reflexionario Mocambo de la Universidad Veracruzana (frente a Plaza Mocambo), en Boca del Río, Veracruz.

Mayores informes al 2292126695.

CLASE MUESTRA GRATIS.

El sábado 19 de julio de 2025, el estudio de arte Casa Errante ofrece una clase muestra gratis para aprender a dibujar, en horario de 16:00 a 19:00 horas.

Incluye materiales, café y té de cortesía.

Anímate... Ahí te veo y dibujemos juntos.

Reserva tu lugar al 2294357709, con el maestro Rubens Medina.

PINTURA INFANTIL.

La artista visual Paola San y Erika Almazán ofrecen al público infantil la oportunidad de acercarse al mundo del arte a través del dibujo, pintura y manualidades, en el curso de verano que estará disponible en Casa Errante.

Disfruta tus vacaciones con esta amena experiencia.

HISTORIAS DE MAR.

Roberto Rosales Martínez nos comparte la octava historia que formará parte de las memorias de Alfredo Casarín.

Aquí el texto íntegro:

"El Faro del Fin del Mundo
 
'Llegó el silencio. No era paz, sino una presencia densa. El viento inventaba raras palabras, el mar golpeaba como un monstruo hambriento... pero todo sonaba lejano, ruidos ahogados.  A veces creía oír pasos, susurros entre las sombras'.

Hay tres cosas tremendamente horribles con las que conviví en los faros: La primera es el miedo.

Uno llegaba al faro sin saber qué encontraría.

¿Qué habría en esas paredes húmedas?

¿Qué son esas sombras que se arrastraban y huyen de la luz?

El miedo no tenía forma, pero estaba ahí, como algo que traspasaba las paredes del faro.

Era un miedo nuevo que me impedía concentrarme en las labores.

El miedo me hizo amar el mar.

La segunda es el silencio.

No llegaba el ruido de la ciudad, donde siempre hay algo: bocinas, pasos, voces.

No.

Allí el silencio era un monstruo vivo.

A veces escuchaba cosas: crujidos, susurros del viento, el golpe lejano de las olas.

Pero sin saber ciertamente qué eran.

Yo siempre decía:

'Si hay sonido, no hay silencio, y si hay silencio, no hay sonido'.

Pero no era cierto.

En el silencio, se oían cosas que no tenían nombre, entonces comprendí la canción 'los sonidos del silencio' de Simon y Garfunkel.

Y la tercera, la peor: la soledad.

No había vecinos, ni risas, ni gritos de vendedores.

Sólo yo, las paredes y el compañero del faro, con quien, después de un tiempo se acababan los temas de conversación, ya no quedaba nada que decir.

Entonces, me perdía en  recuerdos, en mi propia desesperación.

El miedo volvía, pero callado, como un animal que respiraba detrás de mí, que me hacía voltear a cada rato y encontrar nada.

El mar no ayudaba.

No se veía nada, sólo agua y cielo.

A veces, una gaviota, un pelícano.

Sus gritos eran los únicos ruidos, pero no bastaban.

Pescar era lo único que había, pero ¿de qué sirve comer si parece que el tiempo no pasa?

No había distracciones, nada con qué matar las horas.

Sólo el faro, el viento y la locura que crece en la quietud.

Y entonces, imaginaba que los guardianes de faros a veces desaparecían.

No era el mar lo que los mataba.

Era el silencio.

Era la soledad.

Uno no lo dice, pero lo siente, lo que sigue a esta sensación es algo tremendamente desesperante, de estar acostumbrado a otras cosas, a otros ruidos, a otras situaciones, y llegar a  no escuchar nada, es realmente horrible".

"Alfredo Casarin Padilla vivió 18 años en diversos faros rodeado por el mar. Ahora es un ser terrestre".

Espera la próxima entrega de las historias del Hombre del faro, en La Cartelera.

¿A qué eventos culturales te gustaría acompañarme?

Comparte tu opinión en cece.en.veracruz@gmail.com y la publicaremos en la siguiente edición.