Ce Ce en Veracruz
CORTOMETRAJE.- Esta semana iremos a la tercera edición del "Festival de Cortometraje Veracruzano", patrocinado por el Programa de Fomento al Cine Mexicano; así que agenda los días 17 y 18 de octubre de 2025.
En el Centro Cultural Exconvento Betlehemita, el viernes 17 y sábado 18, desde las 16:00 horas, se presentará la muestra de cortometrajes sobre "Miradas a la memoria" y "El territorio interior".
Ubicación: Francisco Canal 508 entre Ignacio Zaragoza y Valentín Gómez Farías, en el centro histórico del puerto de Veracruz.
En el Centro Cultural Leyes de Reforma, el viernes 17 a las 19:00 horas, podrás ver la selección de cortometrajes de documental sobre "El cuerpo como territorio".
Ubicación: José María Morelos y Pavón 43 esquina Constitución, en la colonia Centro de Veracruz.
La entrada es gratuita.
¡Ahí te veo!
RECOMENDACIÓN LITERARIA
La Casona del Teatro nos invita a su club de lectura para deleitarnos con el libro En agosto nos vemos, novela póstuma de Gabriel García Márquez; el próximo miércoles 15 de octubre de 2025, a las 20:00 horas.
¿Dónde? En Azueta 243 entre Xicoténcatl y 21 de Marzo, en la colonia Ricardo Flores Magón, en Veracruz, Veracruz.
La entrada es gratuita.
REGRESAMOS A XALAPA
El próximo fin de semana, acompáñame a visitar la exposición colectiva "Revelaciones Sólidas", como parte del Programa Pago en Especie de la SHCP y actual acervo de la Secretaría de Cultura del Estado de Veracruz, en la Galería de Arte Contemporáneo de Xalapa.
La Colección Pago en Especie, esculturas en madera, piedra, metal, cerámica y resina, la podrás ver de martes a domingo de 11:00 a 18:00 horas, en Xalapeños Ilustres 135, colonia Centro, en la ciudad de Xalapa, Veracruz.
Entrada libre.
Conoce más de este programa en https://www.gob.mx/shcp/documentos/colecciones-pago-en-especie-y-acervo-patrimonial-de-la-shcp
HISTORIAS DE MAR
Roberto Rosales Martínez nos hace llegar otra historia que formará parte de las memorias de Alfredo Casarin Padilla.
Aquí, el texto íntegro:
"Sobre la isla, un faro
dentro del faro
un hombre luminoso.
El hombre del faro".
"Miedo
Como siempre, había amarrado mi lancha al muelle de madera”.
Afortunadamente, aún conservaba el motor puesto—un Mercury veloz, diseñado para carreras, con la tolva recortada y el corazón metálico al descubierto.
No supe entonces por qué no lo había desmontado. Ahora creo que el destino ya jugaba sus cartas.
De pronto, un viento helado llegó del norte. No era un viento común, sino una exhalación de la noche misma. En este mar, el clima se transforma rápidamente.
Las nubes no flotan; cabalgan. El mar es su autopista plateada, y ni el tiempo ni la memoria pueden aún detenerlas.
Yo me encontraba en la casa, cuando corrí al muelle para resguardar la lancha, el sol se había desvanecido tras un velo de nubes grises.
Eran cerca de las seis, y en estas tierras, cuando el cielo se enoja, la oscuridad cae como un telón. Pronto tendría que encender el faro. Pero ya era tarde.
Al subirme a la lancha, la amarra -una cuerda vieja y fiel- se soltó por sí misma, como si manos invisibles la desataran.
En cuestión de segundos, la corriente me arrastró mar adentro, alejándome de la isla con una determinación sobrenatural.
El motor que alguna vez surcó aguas tranquilas se negaba a arrancar.
Con cada jalón de la cuerda, sólo escuchaba el silencio ahogado de un mecanismo mojado.
Mientras, el oleaje crecía, y el viento cantaba una canción terrorífica y me arrastraba hacia lo desconocido.
Me afanaba en la cuerda, mis manos ardían, y el equilibrio dentro de la lancha estaba a punto de perderlo.
Veía cómo la isla -mi hogar, mi refugio- se convertía en una silueta borrosa en el horizonte.
Y entonces, el pensamiento más amargo cruzó por mi mente: yo, el farero, aquel que guía a los navegantes perdidos, estaría a merced de la oscuridad, sin una sola luz que me mostrara el camino.
Quizás fueron minutos. Para mí, fueron siglos. Hasta que, en un último intento desesperado, el motor rugió.
No hubo transición: arrancó con la furia de un dragón despertando.
La lancha se inclinó, tambaleándose como un corcel salvaje que relincha antes del galope.
Por gracia de los dioses o del destino, logré dominarla y enfilar de regreso.
Batallé contra el mar, que parecía vivo y decidido a tragarme.
Cada ola era un muro de obsidiana, cada ráfaga de viento, un recordatorio de mi fragilidad.
Cuando por fin llegué a la orilla, también temía estrellarme contra las rocas.
Aseguré la lancha como si atara un fragmento de mi alma.
Subí corriendo la colina, encendí el faro con dedos temblorosos, y vi cómo su haz de luz atravesaba la noche, sereno e imperturbable.
Ya en mi cama, vestido con ropas empapadas y el cuerpo exhausto, sólo tuve fuerzas para dar gracias al cielo y llorar.
No recuerdo haber llorado tanto en toda mi vida.
Esa noche, el mar no se llevó mi cuerpo, pero se llevó un poco de mi inocencia y yo le ofrendé mi llanto desesperado".
"Alfredo Casarin Padilla vivió 18 años en diversos faros rodeado por el mar. Ahora es un ser terrestre".
Sigue las historias del Hombre del faro en La Cartelera de NOTIVER y colecciona tu ejemplar.
***Si te perdiste una de estas historias, recuerda que puedes adquirir los números anteriores de NOTIVER en Canal esquina Gómez Farías, en pleno centro histórico del puerto de Veracruz (frente al Baluarte de Santiago).
