Ce Ce en Veracruz
CURSO DE VERANO GRATUITO. ¿Tienes entre 9 y 12 años? A Casa Principal hay que ingresar... para desarrollar tu creatividad en el dibujo y divertirte este verano.
El maestro Abdal Ángeles te espera (con previo registro y fotocopia de credencial del INE del padre o tutor) en Mario Molina 315 entre 5 de Mayo e Independencia, en el centro histórico de Veracruz, en horarios matutinos y vespertinos, los próximos días 29 y 30 de julio de 2025. No faltes.
REVOLUCIÓN CUBANA
El Centro INAH Veracruz, a través del Ciclo de charlas "Patrimonio cultural y bohemia", te invita a escuchar sobre "Granma en Veracruz, invasión armada a Cuba", con la participación de Armando Ruiz Aguilar, del INAH, e Hiram Becerra Vargas, integrante del grupo cultural Veracruz a través del tiempo.
La cita es mañana, 28 de julio de 2025, a las 19:00 horas, en el restaurante bar ubicado en Aquiles Serdán 190 esquina Ignacio Zaragoza, en pleno centro histórico de nuestro HERMOSO PUERTO DE VERACRUZ. La entrada es libre.

HISTORIAS DE MAR
Roberto Rosales Martínez nos comparte la décima historia que formará parte de las memorias de Alfredo Casarin Padilla. Aquí, el texto íntegro:
"Delirio famélico
Al tercer día desde que me quedé solo en el faro llegó un norte. Un viento frío y constante que azotaba las paredes del faro, aullando como un espectro. Las embarcaciones no podían acercarse.
Mis compañeros no regresarían en el tiempo prometido.
Era un norte de esos que le llamamos embuchados, porque ni aumenta ni disminuye, entonces me empecé a preocupar ―si este norte dura mucho ¿qué voy a hacer, que voy a comer?―.
El gato me miraba con ojos amarillos, igual de hambriento que yo. Nuevamente le ofrecí un trozo de aquella masa insípida y rara que había resultado de mi intento por hacer tortillas y arroz, pero lo rechazó. Hasta él sabía que eso no era comida.

Me asomé al precipicio de rocas, donde el mar oscuro lamía las piedras con furia. Por un momento, pensé en lanzarme, dejar que las aguas me tragaran como todo lo demás, pero no lo hice, porque en el faro, incluso la desesperación se vuelve rutina.
Si tuviera algo que hacer, algo en qué distraerme, algo para matar al tiempo, pero en un lugar como ése no es posible. En ese faro no había para dónde moverse.
Los días eran todos iguales.
El silencio, roto únicamente por el graznido ocasional de una gaviota o el aleteo de un pelícano, se volvía una pesadilla. Al principio, la rutina me sostenía, pero con la tormenta todo se derrumbó.
Seis días pasaron. Casi una semana.
El hambre ya no era un simple rugido en las tripas, sino una bestia que me devoraba por dentro. Mis ojos veían espejismos, como esos que aparecen en la carretera bajo el sol inclemente: el mar se retorcía, las piedras respiraban, el faro se inclinaba hacia mí como si fuera a tragarme.
Había terminado las últimas migajas de tortilla cruda, el arroz aguado, la miseria que apenas sostenía mi cuerpo. Pero ya no quedaba nada. Nada, excepto el gato".
"Alfredo Casarin Padilla vivió 18 años en diversos faros rodeado por el mar. Ahora es un ser terrestre".
Espera la próxima entrega de las historias del Hombre del faro, en La Cartelera.