
Por Andrés Timoteo
YERROS DE MANUAL
Primero les dijo miserables, luego golpistas y después zopilotes.
La gobernante Rocío Nahle lleva dos semanas sumida en una guerra declarativa contra los que cuestionan, contradicen, ironizan y hasta se mofan de sus gazapos verbales.
Y cada vez que arremete en contra de ellos se hunde más en el pantano de la mofa, los chistes y los 'memes'.
Sus errores son de manual.
Es decir, incurre -junto con sus asesores mediáticos- en desaciertos que, está documentado, siempre se reviran.
Claro, la zacatecana podría justificarse con que no es comunicóloga, pero eso no la exime de no documentarse o al menos contratar buenos consejeros que la ayuden, no como los que tiene ahora.
¿La tal María de la Cruz Vázquez, a la que sus corifeos promocionan como una lumbrera en eso de la imagen pública, tendrá estudios de comunicación?
Si los tiene, no se le ven porque en la práctica esta señora da pena ajena.
De su sobrino, Rodolfo Bouzas, uno de los voceros del gabinete, dicen que es un analfabeta funcional.
Benita González, la directora de Prensa, es la única periodista en ese equipo pero ni la escuchan ni la dejan opinar, es como si no estuviera.
Nahle y sus asesores están -¡oh paradoja!- en la miseria comunicacional: no pueden y no saben comunicar asertivamente.
Hay dos libros excelentes que ese trío debería leer.
Uno es "Comunicación preventiva: Planificación y ejecución de estrategias de información interna y externa ante situaciones de crisis" (2007) del catedrático en comunicación organizacional en la Universidad de Santiago de Compostela, Miguel Túñez-López.
Otro, más reciente y con elementos actuales sobre la comunicación inmediata por las redes sociales, es "(No) Crisis. Comunicación de crisis en un mundo conectado" (2018) de José Carlos Losada, profesor de comunicación institucional en la Universidad de Murcia.
Un tercero más profundo y filosófico es "Teoría de la acción comunicativa" (1981) del alemán Jürgen Habermas, aunque estudiarlo y sobre todo entenderlo sería mucho pedir a Nahle, Vázquez y Bouzas -González no opina-.
Ya es ganancia para el respetable que esos tres sepan leer.
Risas.
DESHONESTIDAD INFORMATIVA
En el caso de la última crisis comunicacional de Nahle que le ha valido varias semanas liderando burlas, 'memes' y condenas públicas, hay consejos en esos textos que le habrían servido.
Cuando decretó la muerte "por infarto" de la maestra Irma Hernández valiéndose de un informe forense y reiterándolo con el "les guste o no" pese a que ya tenía encima el escándalo, cayó en lo que dichos manuales llaman "deshonestidad en la comunicación".
"La información, técnicamente relevante y semánticamente cierta, debe ser compatible con la necesaria dimensión emocional.
Debe existir (en el funcionario o político) una preocupación sincera, una línea de empatía directa con los afectados, incluso, simplemente, con los 'interesados' y no convertir el discurso técnico en el único contenido que ponga a disposición de la audiencia", aconsejan.
La zacatecana hizo todo lo contrario, quiso rebajar el impacto de la muerte de la profesora con un dato técnico manejado mañosamente.
Y, obvio, le salió mal.
Debe haber, dicen los autores, "la honestidad y calidad en la comunicación" como vía para resolver crisis, "Es un tipo de honestidad más intelectual que ética" -abundan- sin la cual se estanca la empresa o el ente gubernamental en crisis.
Segundo punto.
Cuando un funcionario público es acusado de ejecutar -o decir- cosas polémicas, el peor error es tratar de llenar espacios informativos -gacetillas pagadas y opinadores a sueldo- para imponerlo como verdad absoluta descalificando a los que lo cuestionan.
Es lo que hizo Nahle con sus epítetos de "miserables", "golpistas"; "nadadores sincronizados" y "zopilotes" -sus corifeos en la prensa local hasta retratan a los periodistas críticos como perros que le están ladrando-.
"Aunque no lo sepa (el funcionario), lo único que hará es aumentar la crisis ya que él mismo se encarga de alimentar la conversación negativa en torno a su marca personal".
PERDIÓ EL CONTROL
"En situaciones de emergencia informativa, mientras más alocuciones aclaratorias brinde el sujeto del conflicto y se confronte con sus cuestionadores más opciones existen de que pierda el control debido a la presión de los periodistas o caiga en (otros) errores que se volverán virales".
Y "el exceso de protagonismo del sujeto de la crisis puede resultar fatal", advierten los comunicólogos.
El ejemplo palmario: Nahle quiso suplantar el papel de víctima de la situación que era de la maestra.
Vaya que el contenido de estos manuales es la radiografía del desastre comunicacional de la zacatecana.
Hay quienes comparan su exabrupto del "infarto" de la profesora con la declaración de su antecesor Cuitláhuac García cuando dijo que la joven Viridiana Moreno estaba "resguardada y no desaparecida".
Cierto, ambas son pifias verbales, pero García tuvo la astucia -más por miedo que por inteligencia- de guardar silencio y no hablar más del tema.
Sin alimentar la polémica, esa crisis de comunicación se diluyó mientras que la de Nahle está fuera de control.
*Envoyé depuis Paris, France.