Por Andrés Timoteo
ROSAS, RELOJES Y LLAVEROS
¿Han visto "Rosa de dos aromas"? Este redactor vio la puesta en escena en la Ciudad de México por allá del 2012.
Algunos dicen que es la reivindicación del cordobés Emilio Carballido con la mujer y con esa obra se sacudió el encastillamiento de escritor costumbrista, algo que odiaba.
Publicada en 1985, la comedia ayudó al dramaturgo para hacer que sus personajes femeninos rompieran las ataduras que los tenían uncidos a la tradición patriarcal y así "Rosa de dos aromas" se ganó un sitio en el estilo realista.
También la catalogan como una obra primordialmente feminista, adelantada al activismo pro-mujeril que comenzó no hace más de una década.
La puesta no necesita demasiada escenografía pues ésta la recrea el espectador en su imaginación en base a los diálogos que dominan la trama.
Solo tiene dos protagonistas activas: Gabriela y Marlene.
La primera es traductora y la segunda estilista.
Sus destinos se cruzan por un supuesto azar, aunque en realidad es por la consecuencia.
Platicando sobre sus vidas personales se enteran que comparten al mismo hombre, un maestro que da clases en Jalapa, procreó hijos con ambas y está preso por estupro debido a sus amoríos con una alumna menor de edad.
En el afán inicial de pagar su fianza, las mujeres recaudan dinero como pueden -con tandas, préstamos y rifas-, pero al final deciden que el tipo no vale la pena el esfuerzo y se gastan lo acopiado en irse de vacaciones a la playa con sus hijos.
O sea, lo ocupan en ellas y no en el varón dominante y traidor al que dejan en la cárcel.
Alcanzan la liberación sentimental, de autoestima y hasta sexual -porque ambas coinciden que el hombre está bien dotado-.
En sus charlas retratan las ataduras con las que han vivido: condicionadas a ser esposas abnegadas, temerosas del marido, abocadas al hogar y el cuidado de los hijos, y obedientes del patriarcado o predispuestas a ser copias de sus madres.
Vaya, a la traductora su papá le escogió la profesión y la estilista heredó el oficio de la mamá.
Nunca tomaron una decisión por ellas mismas hasta que se pusieron de acuerdo para liberarse juntas del macho chantajista y mentiroso.
Obra feminista, sin duda.
Y subyacente está la reflexión: ¿La rosa de dos aromas es Gabriela o Marlene o es el marido infiel y bígamo?
Un bofetada discreta que Carballido propina al machismo.
A mitad del siglo pasado, el cordobés ya había dado atisbos de querer liberar a la mujer o por lo menos hacerla pensante y rebelde.
Lo hizo en "Rosalba y los Llaveros" (1950) cuya protagonista Rosalba, estudiante capitalina de pedagogía, analiza y cuestiona las sujeciones patriarcales, conservadoras y moralistas en su familia de apellido Llavero.
Uno oye o lee el título y se imagina a una mujer con un manojo de llaves, pero es otra figura con la que juega el dramaturgo metaforizando los candados y encierros de las familias provincianas, y las llaves para abrirlos.
El escenario es una casona en Cosamaloapan, el 'pueblo chico e infierno grande' que envuelve la trama.
La primera puesta en escena la hizo Salvador Novo en Bellas Artes en ese mismo 1950 y escandalizó a la sociedad y al gobierno de la época que pidieron censurarla por "inmoral" y "pretenciosa" ya que le daba poder a una mujer, Rosalba, para hacer juicios de valor sobre las sacras costumbres familiares.
¿Quién gobernaba en aquel momento? Un veracruzano, Miguel Alemán Valdés, nacido en Sayula, en el mismo Sotavento, y criado en una familia provinciana y moralina como los Llavero.
EL GRAN IGNORADO
Y si quieren reír está "El relojero de Córdoba" (1958).
Trata de Martín Gama, un canalla guapo, mentiroso y fanfarrón que está casado con una rica en Córdoba, tierra natal de Carballido pero recreada en la época colonial.
El tipo es relojero y en una de sus baladronadas se inventa ser el jefe de una banda y haber matado a un comerciante para robarle su oro.
Para su mala suerte, aparece un cadáver que coincide con la víctima imaginaria y Gama termina ante un tribunal por asesinato.
"Rosa de dos aromas", "El relojero de Córdoba" y "Rosalba y los Llaveros", ambientadas en su Veracruz, son lecturas ideales para recordar a Emilio Carballido en el centenario de su nacimiento que fue el jueves -22 de mayo 1925-.
Carballido es una de las glorias literarias que se deben leer, releer, ver en escena, honrar y presumir.
Hagámoslo nosotros porque las autoridades ni se acordaron de la efeméride.
La Secretaría de Cultura que encabeza la inculta Xóchitl Molina ni un 'tuit' le valió, mucho menos algún tributo recordatorio.
En los teatros Ignacio de la Llave y Pedro Díaz de Jalapa y Córdoba exhiben la obra "Te juro Juana que tengo ganas" (1968) -solo una función en cada uno- pero a iniciativa de la Universidad Veracruzana (UV), el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y la compañía francesa Catherine Delattres, no del gobierno nahlista.
La UV le rinde homenaje en su Feria del Libro 2025 que inició ayer, pero entre el montón, no con dedicatoria central.
Nada para lucir al portento literario que tuvo Veracruz.
Carballido es, pues, el gran ignorado por los ignorantes de la aldea.
Envoyé depuis Paris, France.
