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¡Ya vienen! En algunas semanas o días llegará a Veracruz la caravana de migrantes que desde inicios de octubre partió de Tapachula, Chiapas, con rumbo al centro y norte del país, y aunque es la enésima marcha de este tipo bien que tiene…

Por Andrés Timoteo

POR UNOS CUANTOS

¡Ya vienen! En algunas semanas o días llegará a Veracruz la caravana de migrantes que desde inicios de octubre partió de Tapachula, Chiapas, con rumbo al centro y norte del país, y aunque es la enésima marcha de este tipo bien que tiene particularidades.

No es tan grande como las anteriores.

Salió con mil 200 integrantes que han ido disminuyendo por las redadas del Instituto Nacional de Migración (INM) y la Guardia Nacional.

Ahora su cantidad oscila entre los 800 y mil personas.

Sin embargo es una de las más ruidosas.

Sus integrantes han sido rechazados en municipios chiapanecos por agresivos, exigentes y por llegar a enfrentarse tanto con lugareños como con agentes policíacos y militares.

Tanto así que al arribar a los límites con Oaxaca, hace unos días, las mismas autoridades los recibieron ofreciéndoles apoyo en su tránsito para que se vayan lo más pronto ¡a Veracruz!

Así como se lee, nadie los quiere tener en su territorio.

A los oaxaqueños les urge deshacerse de ellos y enviarlos rápidamente a Veracruz donde actualmente hay apuros por los damnificados de las inundaciones en el norte.

Y ahora por el sur llegará una oleada de migrantes que gritan y exigen documentación, trabajo "digno", buen salario, comida que les agrade y hospedaje barato.

Es la realidad que golpea a los que llegan y a los que ya están.

Hace algunos años, los migrantes que llegaban del sur y el Caribe eran recibidos benignamente en México y a su paso los mexicanos le daban la mano.

En su momento, el expresidente Andrés Manuel López Obrador les dio 'luz verde' para que transitaran y alcanzaran la frontera con Estados Unidos.

Todas las facilidades para "nuestros hermanos", decía.

Claro, esas caravanas no eran nuevas, venían desde años atrás. ¿Se acuerdan que en Veracruz siendo gobernador Miguel Ángel Yunes incluso puso a su disposición autobuses para trasladarlos desde la frontera con Chiapas o Tabasco hasta la Ciudad de México?

No lo hizo porque el panista fuera un personaje muy humanista y solidario sino porque sabía que si los extranjeros indocumentados se quedaban mucho tiempo en territorio veracruzano iban a causar problemas y hartar a los lugareños.

Así que lo mejor era que transitaran rápido y salieran de suelo jarocho -lo que ahora está haciendo el gobernador morenista de Oaxaca, Salomón Jara-.

Pero apenas el anaranjado Donald Trump, en su primer periodo presidencial, lanzó la embestida contra los migrantes y exigió a México detenerlos, a López Obrador se le olvidó el "humanismo mexicano" y su hermandad, y les echó la Guardia Nacional para perseguirlos, apalearlos, detenerlos y deportarlos.

Ahora, en su segundo periodo en la Casa Blanca, Trump no sólo endureció la política migratoria sino que además cerró la frontera.

Y he aquí el problema porque los migrantes ya no quieren llegar a Estados Unidos sino quedarse en México, especialmente en la capital del país o en Monterrey, las urbes más prósperas.

No quieren vivir en el sureste.

Pero en su contra juega que ni ellos mismos se ayudan pues los sitios donde se establecen -por días, semanas o meses- los convierten en muladares, corredores inseguros y de venta de droga o prostitución, por lo que se volvieron una amenaza para los vecinos.

Por supuesto que no son todos.

La mayoría de esos peregrinos en tierra ajena son gente buena que huyó de sus países para sobrevivir y su meta es trabajar a fin de tener un futuro decente, y contribuir a la sociedad que los reciba integrándose al colectivo productivo.

Sin embargo, entre ellos vienen personas que en nada ayudan a su causa.

Y no se habla de los infiltrados de organizaciones criminales como el cartel venezolano del Tren de Aragua o las pandillas Maras de El Salvador, Honduras y Guatemala, sino de los venezolanos y cubanos que sin ser delincuentes de facto sí son blanco del repudio no sólo de los mexicanos sino hasta de otros latinos radicados en los Estados Unidos debido a su comportamiento.

AQUÍ SÍ, ALLÁ NO

Estos llegan a descomponer, ensuciar, exigir, criticar y demandar privilegios como si los locales -habitantes y autoridades- tuvieran la obligación de recibirlos entre algodones y manjares.

Basta revisar las redes sociales inundadas de videos en los que venezolanos y cubanos se asquean de la comida regalada, de donde duermen -uno dijo que ni en Cuba había dormido en el suelo sobre cartones- y la lentitud en los trámites para legalizar su situación migratoria.

También de los trabajos en los que se emplean.

Por ejemplo, algunos cubanos rechazan emplearse como albañiles o campesinos alegando que no van a "trabajar diez o doce horas haciendo hoyos por 300 pesos el día, ¡qué eso lo hagan las máquinas o los mexicanos!"

¿Cómo la ven? Estas personas exigen, protestan y reclaman en México pero en sus países no lo hicieron con las dictaduras de Nicolás Maduro y los Castro. Acá muy gritones y allá tan agachados que prefirieron huir antes que enfrentar al régimen.

Y así no se puede.

Por eso la peculiaridad de esta nueva caravana que ellos llaman "Por la libertad" y que para los chiapanecos y oaxaqueños es insufrible.

Y pronto les llegará a los veracruzanos.

Envoyé depuis Paris, France.