
Por Andrés Timoteo
PAÍS INOCENTE
Así se llama una poesía del uruguayo Mario Benedetti que ahora aplica perfectamente a los mexicanos que mañana domingo celebrarán el Día de los Inocentes, el séptimo en el régimen gubernamental del morenismo que ha timado a todos.
“Unos como invasores/ otros como inválidos, /¿qué país no ha perdido la inocencia?/ Pero además, ¿de qué sirve un país inocente?/ ¿Qué importancia tienen las fronteras pusilánimes/ o las provincias de la ingenuidad?”
“Solo los países que pierdan su candor/ podrán reconocer al enemigo./ Así es que no reclamo un país inocente/ en todo caso busco un extraño país/ capaz de declararse culpable de inocencia”.
Ese texto forma parte del poemario “Cotidianas” (1979-1980) que Benedetti publicó estando en el exilio.
Huyó de Uruguay en 1973 tras el Golpe de Estado dado por militares que dio paso a una dictadura de doce años, hasta 1985.
El escritor fue un paria.
Estuvo en Argentina de donde también salió cuando los militares dieron un Golpe de Estado tres años más tarde, en 1976, e inició la dictadura.
Luego se fue a Perú, a Cuba y terminó en España.
Pudo regresar a Uruguay hasta que terminó el régimen dictatorial.
Si leen los poemas de “Cotidianas” comprobarán que además de la melancolía y añoranza por su tierra, es un legajo de reclamos a su país y su gente por permitirse ser inocentes y dejar que a la nación la gobernaran a base de ilegalidades, mentiras y crímenes de lesa humanidad sin hacer nada para impedirlo.
Por eso exige a sus paisanos que al menos se sinceren y se declaren “culpables de inocencia”.
Claro, una inocencia no candorosa sino convenenciera, una suerte de complicidad pasiva con el totalitarismo criminal.
Aquel contexto uruguayo de los años setenta se está pareciendo al mexicano actual pues se tiene un gobierno intolerante, violador de los derechos humanos, destructor de la democracia y sumamente corrupto.
México ya lleva siete años así, seis con el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador y uno con Claudia Sheinbaum.
Desmantelaron las instituciones democráticas y los contrapesos, y la clase política guinda salió peor que la priista y la panista.
Hoy muchos mexicanos callan, simulan ser inocentes y avalan pasivamente ese mal gobierno, por eso encajan en la poseía de Benedetti.
Al igual que en ese juego de palabras con el que se ‘memiza’ -se vuelve chiste o ‘meme’- al régimen morenista llamándolo “la cuatroté” -referencia a la “cuarta transformación”- que en el argot popular significa trampa o engaño, ahora se adosa el cambio de inocentes por “ino-sentones”.
Es lo que los mexicanos se han dado desde el 2018, unos ‘sentones’ de realidad o desengaños, al reparar en el fraude que son esos ‘cuatroteísta’ a la hora de gobernar.
México no es un país de inocentes, como escribe Benedetti sobre Uruguay, sino de ‘ino-sentones’.
Risas.
Y el ‘Día de los Ino-sentones’ no se celebra el 28 de diciembre sino en dos fechas: el primero de julio del 2018 y el 2 de junio del 2024, cuando fueron las votaciones que llevaron al poder a López Obrador y a su sucesora Sheinbaum.
Fueron las fechas en que les vieron la cara de tontos a todos.
AL ESTILO MALDITO
Hay otro poema de Benedetti tan quejumbroso como profético sobre los autoritarios que destrozan gente y pueblos.
Es “El Paraíso” que pese al nombre es profano ya que lo escribió desde su abrazado ateísmo.
“Los verdugos suelen ser católicos,/ creen en la Santísima Trinidad/ y martirizan al prójimo/ como un medio de combatir el anticristo,/ pero cuando mueren no van al Cielo/ porque allí no aceptan asesinos./ Sus víctimas en cambio son mártires/ y hasta podrían ser ángeles o santos./ Prefieren ser deshechos antes que traicionar,/ pero tampoco van al Cielo/ porque no creen que el Cielo exista”.
En ese mismo poemario, Benedetti se trepa a la aventura de redactar y leer en diagonal o zig-zag, estilo iniciado un siglo antes por el galo Stéphane Mallarmé, uno de los seis ‘poètes maudits’ (poetas malditos), aquellos literatos del siglo XIX que pese a su talento y genialidad vivieron y murieron infelices, según el recuento de Paul Verlaine, también poeta.
Mallarmé escribió en 1897 un texto que puso de cabeza a todas las formas literarias de la época e inauguró ese estilo que hasta en la actualidad se considera excéntrico y disruptivo, y que solo las plumas más osadas lo ensayan.
Fue con su célebre poema “Un coup de dés jamais n'abolira le hasard” (“Un golpe de dados jamás abolirá el azar”).
El de Benedetti es “Me voy con la lagartija” dedicado a los presos de la dictadura uruguaya, muchos de ellos sus amigos: Raúl, Héctor, José Luis, Jaime, Ester, Gerardo, El Ñato, Rita, Mauricio, Flavia y El Viejo.
Todos sin apellido, todos puestos en diagonal y todos que “penan por otros y resisten”.
“Me voy con la lagartija/ popular, vertiginosa/ a dejarles aquí y allá/ por entre los barrotes/ junto a las cicatrices/ o sobre la cuchara/ migas de respeto,/ silencios de confianza/ y gracias porque existen”.
Y Benedetti se los redactó con ese estilo insolente y desafiante del ‘maldito’ Mallarmé, ¡faltaba más!
Vaya que es un deleite leer “Cotidianas”, háganlo, está en línea.
*Envoyé depuis Paris, France.