
Por Andrés Timoteo
LETRAS NEGRAS
El escritor africano Donato Ndongo vive un episodio trágico que parece una de sus novelas.
Refugiado en España desde el 2002 luego que fue expulsado de Guinea Ecuatorial por la dictadura militar que desde hace cuarenta años lidera Teodoro Obiang, ahora está en el desamparo y el desahucio hipotecario.
Se instaló en Murcia, al sur de la península ibérica, donde compró una vivienda y por la falta de dinero no pudo seguir pagando la hipoteca por lo que recibió la notificación de desalojo para el 7 de julio.
Sin embargo, sus vecinos y parte de la comunidad intelectual murciana se organizaron para protestar e impedir el desalojo.
Por la presión mediática éste se pospuso para septiembre, pero sigue pendiente.
En España, las leyes durísimas de desahucio han provocado el suicido de personas en impago -sobre todo adultos mayores- antes que abandonar sus hogares embargados por los bancos.
Ndongo, de 75 años, afirma tajante:
"No estoy deprimido, ni me voy a suicidar. Llevo toda mi vida plantando cara al poder y no voy a agachar la cabeza ahora. Y si me echan pues me voy pero no sin pelear contra lo injusto".
Y agrega:
"y me llevo mis libros, mis muebles, mi vida y mi gente, eso no me lo van a quitar. Me llevaré mi hogar, ahí que se queden con las paredes y el cemento".
Él está acostumbrado a huir ya que fue periodista incómodo al poder.
Durante años trabajó para EFE como corresponsal y por eso enfrenta otra injusticia ya que el gobierno español, accionista mayoritario de la agencia, se niega a pagarle una pensión jubilatoria.
En Ndongo se juntan muchas tragedias: periodista en la precariedad económica, perseguido por el gobierno -de milagro no fue asesinado-, migrante y refugiado, y adulto mayor en el desamparo.
Todo a pesar de ser el escritor más importante de Guinea Ecuatorial, el único país africano donde se habla el español y ser llamado por algunos el 'padre de las letras negras' (hispánicas).
El miércoles, Luis Castellví, literato y catedrático de la Universidad de Manchester, publicó un artículo en el diario madrileño El Mundo criticando a la élite cultural europea por su apatía ante la situación del poeta.
"Cualquier drama humano de esta naturaleza es terrible, pero en este caso hablamos, además, de uno de los escritores contemporáneos más importantes en lengua española", aduce.
Tras reseñar su obra literaria, Castelví resume:
"frente a este panorama, la pérdida de su casa no es solo una tragedia personal; es también una metáfora sombría sobre el lugar que se concede (o se niega) a los escritores hispanoafricanos en nuestra cultura".
"LLORA EN ESPAÑOL..."
He de confesar -una disculpa por la primera persona- que son pocos los escritores africanos que he leído.
A Ndongo lo conocí -como lector, claro- en 2016 cuando en el curso 'Migración y Transmigración' en La Sorbonne un profesor lo recomendó por ser un cronista excepcional de las tragedias personales y colectivas de los migrantes.
Puedo citar dos de sus libros.
Uno, "El sueño" (1973) al que el propio autor define como "el testimonio del África que (también) llora en español", obra pionera en hablar, hace 50 años, de las pateras -lanchas para cruzar el Mediterráneo-, la migración ilegal y los abusos y violaciones sufridos por los africanos que se van sin papeles a Europa.
Se trata de una denuncia descarnada.
Ese texto sigue vigente porque la tragedia es la misma que hace medio siglo.
Tampoco es ajeno a México ni a Latinoamérica pues lo que ahí se narra es lo mismo que sufren nuestros migrantes al ir tras el 'sueño americano'.
Y leer "Las tinieblas de tu memoria negra" (2011) es una delicia por la descripción casi mágica de lugares -aldeas-, gente -tribus-, divinidades -tótems- y costumbres de la vida en la selva, la sabana y el desierto.
Vaya, hace recordar al 'Blues del esclavo' de Mecano:
"Correr desnudos por la selva/ con la mujer y el chaval,/ ir natural/ erguiendo cuello y testuz/ como hermana avestruz".
Esa melancolía por su gente y pueblos del continente negro no es distinta a la que los latinos sienten por sus terruños que dejaron en las sierras, costas y llanuras.
EL POETA TRISTE
A Ndongo se le considera un optimate de la literatura pesimista, casi dolorosa, y eso se debe a su formación reporteril porque la denuncia y el retrato de la tragedia son, por lo regular, la materia prima del periodismo.
En su poemario "Olvidos" (2017), el mismo Ndongo admite que su pluma es cruda más que bella.
"El poeta, este poeta no tiene voz./ El poeta llora su tierra./ Este poeta tiene su mano atada/ a las cadenas que atan a su gente./ Yo pienso en la mujer encorvada/ bajo su cesto cargado de leña/ con un niño chupando la teta vacía.
Yo describo la triste historia/ de un mundo poblado de blancos,/ negros, rojos y amarillos/ que saltan de charca en charca/ sin hablarse ni mirarse./ Si su pueblo está triste,/ el poeta está triste.
Yo no soy poeta por voluntad divina,/ el poeta es poeta por voluntad humana./ Yo no quiero la poesía/ que se lee en noches de vino tinto/ y mujeres embelesadas./ Poesía, sí,/ poetas, sí,/ pero que sepan lo que es el hombre/ y por qué sufre el hombre".
*Envoyé depuis Paris, France.