
Por Andrés Timoteo
HERALDOS NEGROS
Hay cosas que, como reza la poesía de peruano César Vallejo, envenenan el alma.
El texto referido se llama "Heraldos Negros" (1918) y dice en su primer párrafo: "Hay golpes en la vida, tan fuertes…¡Yo no sé!/ Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,/ la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma…¡Yo no sé!"
"Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!/ Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,/ la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… ¡Yo no sé!"
En el México surrealista acaban de suceder dos que inflaman la indignación y el coraje, que lastiman el sentimiento de cada uno aunque nada se tenga que ver con la situación ni haya proximidad geográfica.
Son las tragedias de "Chechito" y "Papayita".
El primero era un adolescente, Sebastián Salazar al que llamaban "Chechito".
Tenía 14 años y vivía Gómez Palacio, Durango.
No estudiaba por carecer de posibilidades económicas y por estar dentro del espectro del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Para unos era un autista funcional y para otros un Niño Aspergen, pero para todos siempre fue un chico tranquilo que quería ayudar a su familia y para eso se comedía con los vecinos haciéndoles mandados o ayudando en labores de limpieza a cambio de unas monedas.
Un lugar donde con frecuencia ayudaba barriendo la banqueta y el local o entregando pedidos era la "Panadería Durango".
El sábado 6 de septiembre acudió a ver si lo necesitaban pues en su casa necesitaban dinero, pero se topó con tres monstruos.
Ahí estaba libando Dante José Flores García, el propietario, con sus amigos Uriel Maclovio Saavedra Rey e Isaac "N" -que manía de las autoridades por impedir la divulgación de nombres completos de los pillos-.
Los tres decidieron torturar al niño.
Lo sometieron y jugaron con él la Ruleta Rusa.
Uriel e Isaac lo sujetaban mientras que Dante le colocó una pistola en el pecho.
Disparó la primera vez y no detonó.
El destino parecía haberlo salvado, pero el tipo no conforme repitió el disparo y tampoco pasó nada.
Lo hizo una tercera vez sin efecto pero al cuarto intento resonó el balazo y atravesó el cuerpo de "Chachito" hiriendo también al tal Isaac.
El adolescente cayó al suelo desangrándose.
Los vecinos lo llevaron al hospital pero al llegar fue declarado muerto.
Dante, el perpetrador del homicidio huyó.
Hasta la fecha sigue prófugo.
Sus cómplices fueron detenidos.
Uriel, uno de los que sujetó al niño fue sentenciado a 17 años de prisión la semana pasada luego de aceptar un proceso judicial abreviado.
Isaac está pendiente de sentencia.
Empero, al demonio Flores García no lo ha podido localizar ni capturar la ineficiente policía duranguense, ya lleva prófugo un mes.
Así terminó la corta vida de un ángel que en la tierra llamaban "Chachito".
¿Acaso este caso no encaja en lo que nos dice Vallejo en sus "Heraldos Negros"?
"Son pocos; pero son.../ Abren zanjas oscuras/ en el rostro más fiero/ y en el lomo más fuerte”./
"Son pocos; pero son.../ Abren zanjas oscuras/ en el rostro más fiero/ y en el lomo más fuerte”./
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;/ o los heraldos negros que nos manda la Muerte".
LO ENVENENARON
A Carlos Gurrola Arguijo le llamaban "Papayita", tenía 47 años.
También era una persona con capacidades especiales.
No era retrasado ni autista, pero sí lento aunque funcional y muy dedicado.
Trabajaba en el aseo en una tienda de la cadena H-E-B en Torreón, Coahuila, y un día, el 30 de agosto, tras regresar de su hora de almuerzo, los otros empleados le tenían preparada una broma pesada que terminó siendo mortal.
A la botella con suero hidratante que acostumbraba a llevar al trabajo le agregaron desengrasante industrial y lo bebió.
El líquido le quemó el esófago, el estómago, los riñones, los pulmones y otros órganos.
Permaneció agonizando 19 días en la Clínica 71 del IMSS donde falleció el 18 de septiembre.
No era el primer maltrato a "Papayita" quien siempre sufrió de 'bullying' en su sitio laboral debido a su condición neuroconductual.
Hasta la fecha no hay ningún detenido a pesar de que los mismos empleados de H-E-B saben quiénes le pusieron el veneno en la bebida.
La empresa subrogada de limpieza Multiservicios Rocasa S.A. -contratista de Gurrola- tiene fama de sobornar a las autoridades reguladoras de sus servicios y por eso corre el tiempo sin que nadie esté señalado por ese asesinato.
Además, perversamente la Fiscalía coahuilense alega que investiga si hubo dolo en el caso o se trató de una "broma inocente" que se salió de control.
La intención del ministerio público, se sospecha, es dictaminar la muerte como accidental y no un homicidio y, en su caso, rebajar lo máximo posible cualquier castigo penal a los responsables.
Vaya, de ser posible no encontrar a ninguno.
De ahí que familiares, vecinos y amigos de "Papayita" han hecho varias protestas públicas repudiando la investigación sesgada y los visos de impunidad.
Así pasa en el México surrealista con esos golpes que, como escribió Vallejo en su poema, "son las caídas hondas de los Cristos del alma,/ de alguna fe adorable que el destino blasfema./ Esos golpes sangrientos son las crepitaciones/ de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
"Y el hombre... ¡Pobre... pobre!/ Vuelve los ojos locos y todo lo vivido/ se empoza, como charco de culpa, en la mirada./ Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!".
"son las caídas hondas de los Cristos del alma,/ de alguna fe adorable que el destino blasfema./ Esos golpes sangrientos son las crepitaciones/ de algún pan que en la puerta del horno se nos quema".
"Y el hombre... ¡Pobre... pobre!/ Vuelve los ojos locos y todo lo vivido/ se empoza, como charco de culpa, en la mirada. / Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!".
*Envoyé depuis Paris, France.