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TEXTO IRREVERENTE | EL INICIO DE ALGO… - Y los ‘bots’ se le aparecieron al poder. Y resulta que no eran ‘bots’ como los quiso denominar la presidenta Claudia Sheinbaum sino miles de personas...

Y los ‘bots’ se le aparecieron al poder. Y resulta que no eran ‘bots’ como los quiso denominar la presidenta Claudia Sheinbaum sino miles de personas que coparon el zócalo de la Ciudad de México, hicieron que vallara palacio nacional y que ella misma...

Por Andrés Timoteo

EL INICIO DE ALGO…

Y los ‘bots’ se le aparecieron al poder.

Y resulta que no eran ‘bots’ como los quiso denominar la presidenta Claudia Sheinbaum sino miles de personas que coparon el zócalo de la Ciudad de México, hicieron que vallara palacio nacional y que ella misma saliera despavorida hacia Tabasco donde le agendaron un evento para que estuviera a 750 kilómetros de los reclamos.

El lugar a donde huyó también está cargado de simbolismo, es hoy por hoy la tierra de los narcopolíticos por excelencia -su antecesor Andrés Manuel López Obrador quien sigue mandando en el país y de Adán Augusto López Hernández, quien fue secretario de Gobernación y hoy coordina el Senado para Morena-.

Ambos representan todo lo que acusaron los manifestantes del sábado tanto en la capital del país, como en otras cincuenta ciudades del interior donde la Generación Z mexicana y el Movimiento del Sombrero tomaron calles y plazas.

¿Cuántos marcharon? Las autoridades dicen que fueron 17 mil en la Ciudad de México y menos de 50 mil en el resto del país en un afán de minimizar las cifras, pero esas son las que menos importan.

La médula del asunto es la palpitación del enojo popular.

Y como declaró uno de los jóvenes participantes al corresponsal del New York Times:

“no vamos a tumbar a nadie hoy -hablando de los gobernantes-, pero sí es el comienzo de algo y ellos lo saben y ellos lo temen”.

Cierto, los del poder político ahora pintado de guinda les tienen mucho miedo pues son el fantasma que trataron de alejar con el argumento de que no podía materializarse.

Pero el sábado lo hizo.

Los jóvenes que históricamente son el motor de los cambios sociales le plantaron cara al poder.

Por eso Sheinbaum ahora afirma que “no todos eran jóvenes” para restarle impacto a su protesta.

En su guerra propagandística y digital no se funcionó tratar de identificarlos con la “ultraderecha” y los partidos de oposición, y ahora la narrativa oficial busca etiquetarlos como violentos, ‘chavorrucos’ y que los jóvenes fueron los menos que participaron el sábado y si lo hicieron fue manipulados.

Buscan evitar que se diga que la juventud mexicana está insatisfecha con ella y su gobierno.

No le funcionó previo a la marcha y no le va a funcionar después.

El sábado fue el primer susto, pequeño tal vez pero quienes los aterrorizan ahí están, no son algo etéreo de las redes sociales ni son los mismos de siempre en la política nacional.

Es el pueblo joven que se encuentra muy enojado con lo que hace o no el régimen.

La ciencia política instruye desde hace siglos que el pueblo cuando se enoja se vuelve turbamulta y la turbamulta es una bestia desbocada de la que hay que huir, decían los Césares romanos.

Luego, los pensadores modernos agregaron: cuidarse de ella sí, pero también escuchar lo que dice antes de que sea tarde.

¿Escuchan los guindas a la turbamulta?

Al parecer no.

Al contrario, la atacan, difaman, descalifican y minimizan, pero la ‘bestia’ sigue allí y muy arisca y puede tornarse violenta.

No la oyen, pero los apanica.

LOS SÍMBOLOS

Mientras quedan los símbolos del fin de semana que deben ser leídos baja todas las luces -la política, la sociológica, la jurídica y la cultural-: un palacio nacional rodeado de vallas metálicas con tres metros de altura que patentiza el pavor que los del poder político le tienen la Generación Z.

Parte de esa muralla derribada por esos ‘bots’ que, según ellos, no se iban a materializar en la protesta callejera.

La creatividad de los jóvenes sacándole provecho al miedo pues a ese muro lo usaron como escaparate para mostrar su principal señalamiento.

“NARCO ESTADO”, pintaron sobre las planchas de metal.

La estampas de los policías rociando con gas lacrimógeno y apaleando a los muchachos.

Unas los muestran dando toletazos y patadas a los ya derribados y otras propinando puñetazos en el rostro y cabeza a los que llevaban esposados.

¿Dónde quedó eso de que nunca iban usar la fuerza pública contra el pueblo?

La represión no solo fue en el zócalo capitalino, también en los estados gobernados por el morenismo.

Quizás la imagen periodística más destacada y que retrata todo el movimiento, desde antes de la marcha sabatina, es la que capturó el fotógrafo michoacano Asaid Castro el 2 de noviembre, un día después del asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, cuando los jóvenes irrumpieron en el palacio de gobierno en Morelia.

Allí, los policías golpearon y sometieron a los manifestantes.

La foto muestra a dos de ellos, una chica y un chavo, sometidos en el suelo pero él mostrando el puño con el dedo medio alzado frente a un limón tirado.

El mensaje: ni siquiera derribándolos les quitan la rabia y la irreverencia.

El limón simboliza los ataques de los carteles a la población y su actividad económica.

Esa fotografía merece un premio, opinan muchos y es cierto.

Finalmente, los otros símbolos de la movilización son las consignas, la principal: revocación de mandato para los gobernantes ineptos o coludidos con el crimen.

En Veracruz marcharon al grito de ¡Fuera Nahle! y otras arengas dirigidas a la enojona zacatecana que, irónicamente, tiene enojados a todos.

*Envoyé depuis Paris, France.