
Por Andrés Timoteo
EL ENTRETENIDO
Ya van dos veces que el hidalguense Ricardo Ahued sale a la prensa a decir que sí está trabajando y que tanto su sueldo como su posición en palacio de gobierno están justificados.
Además de que la gobernante en turno sí confía en él y le encarga asuntos de elevadísima importancia para Veracruz.
Tan es así que lo nombró como encargado plenipotenciario ¡para supervisar la remodelación del edificio que ocupan ambos!
¿Lo puede usted creer?, ¿cuándo en la historia política del estado, el segundo al mando ha dedicado a hacerla de contratista de obra y no a velar por la gobernabilidad y la política interna?
Tomemos los dos casos semejantes.
Su antecesor inmediato en el cargo, el bajacaliforniano Patrocinio Cisneros si bien se ponía a chapear los camellones para seguirle la corriente a su jefe también estaba metido en el tejemaneje de la política veracruzana. Para mal, pero lo estaba.
Y Reynaldo Escobar quien igual que él saltó del ayuntamiento capitalino a la Secretaría de Gobierno, hace veintiséis años, nunca tuvo que salir a los medios de comunicación a jurar que sí trabajaba -para mal, pero lo hacía- y su labor hablaba por él mismo.
"En política, la forma es fondo", dijo el tuxpeño Jesús Reyes Heroles y hoy el plañidero Ahued es un tiesto en la administración nahlista, no ata ni desata, no interviene, no negocia, no conoce ni trata a los actores políticos del Veracruz profundo y no sale de Jalapa.
En resumen y como ya se ha dicho en base a la sapiencia campirana: no saca un perro de una milpa.
Lo que sí es evidente es que está paranoico y buscando a quien culpar de las críticas en la prensa.
Acusa a los periodistas de "amarillistas, desesperados, que tiran a la basura su profesión" y que "sus plumas caen muy bajo".
Al tipo le duele la crítica y responde con baldones, no con trabajo.
Y ordenó a sus apologistas en la prensa -porque sí los tiene y a sueldo- que atribuyan la crítica opinativa a terceros.
Sugieren, a su pedido, que detrás de las publicaciones están el senador Manuel Huerta, el tuxtleco Juan Gómez y hasta su subalterno en la oficina, Juan Manuel Pozos.
Cierto, los tres son tipos con probidad muy cuestionable y tal vez costeen ciertos libelos, pero no son los responsables absolutos del tamiz periodístico de su gestión la cual, a vista pública, es muy pazguata y anodina.
Tal vez como supervisor de obra el hidalguense rinda mejores cuentas. Ahora lo mantienen ocupado en algo -entretenido se podría decir-, checando el cableado y la pintura de palacio de gobierno. Importantísima tarea.
UNA DE CAL...
Vaya, se tardó pero la gobernante Rocío Nahle fijó un posicionamiento que es política, legal y éticamente correcto frente a los intentos del petardista Martín Aguilar para permanecer a la mala en la rectoría de la Universidad Veracruzana (UV).
Claro, que él le haga caso es otro cantar, aunque ella tiene a los órganos del Estado para obligarlo a cumplir la ley.
Por lo pronto, la mandataria se deslindó de sus pretensiones prorroguistas.
Si el tipo junto a los pillos que integran la Junta de Gobierno de la UV apostaban a que por afinidad político-partidista Nahle iba a avalar el chanchullo de la prórroga, no fue así.
El lunes lo dejó claro al pedir que se aplique la legislación vigente y eso en el lenguaje de la 'realpolitik' se traduce en un veto a Aguilar Sánchez.
Para ser sintéticos, Nahle exigió a la Junta de Gobierno emita la convocatoria para la renovación de la rectoría, permita la participación a los demás aspirantes y cumpla con la democracia interna.
Sobre Aguilar en particular, aunque sin mencionarlo por su nombre, dijo que no cumple el requisito legal de tener menos de 65 años de edad para ser reelecto.
Así de simple, sin buscarle esquinas ni oráculos.
Ah y eso de que "el poder es prestado" solo fue un adorno demagógico.
Nahle ya lo había sugerido en una conferencia anterior, pero le pasó lo que a su antecesor pues no pudo expresar la idea y se perdió en la divagación.
En aquella ocasión, Aguilar y su camarilla ni la 'fumaron' pero ahora fue claridosa y si se persisten en violar la ley en agravio de la casa de estudios tiene asidero legal para frenarlos.
Cierto, ella no puede intervenir directamente pues violaría la autonomía universitaria, pero sí está obligada a respaldar y representar a la comunidad afectada.
¿Cómo? Pasando del exhorto a la acción, ejerciendo de abogada de los universitarios, poniendo el aparato jurídico estatal para promover juicios de amparo y demandas penales por el atropello legal.
También instruyendo a la legislatura para intervenir no solo en pronunciarse sino para revisar la ley actual y hacer enmiendas a fin de impedir que más adelante otros se quieran aprovechar de la imprecisión.
Así de fácil, sin más. Si se erige como defensora de la UV será reconocida por todos.
¿Quién la condenaría por ayudar a proteger la democracia y la legalidad en la institución que es el 'alma mater' de miles de veracruzanos?
¿Y qué creen? El que debería ser un mediador para resolver el entuerto en la universidad anda jalando cables y parchando techos.
La Secretaría de Gobierno se encuentra acéfala.
*Envoyé depuis Paris, France.