
Por Andrés Timoteo
¡COPIEN A NEPAL!
Hace quince años hubo una demostración al mundo de que la juventud rebelde y los avances de la tecnología para comunicar a la gente unidos pueden derrumbar gobiernos dictatoriales y cambiar la historia de países.
Se dio en Oriente Medio y la llamaron la Primavera Árabe.
Detonó el 17 de diciembre del 2010 cuando la policía tunecina detuvo y despojó de su mercancía al vendedor de fruta Mohamed Bouazizi en la ciudad de Sidi Bouzid y éste se inmoló al estilo bonzo en protesta -o sea se roció de gasolina y se quemó vivo-.
Y así se convirtió en el símbolo del enojo social contra el abuso del poder -hasta la fecha es llamado Padre de la Revolución en dicho país- porque las protestas civiles obligaron al régimen presidencialista a democratizarse, se convocaron a elecciones en el 2011 y en el 2014 se expidió una nueva constitución que reconoció derechos ciudadanos.
La Primavera Árabe comenzó en Túnez pero se extendió a otros países -Egipto, Libia, Yemen, Siria y Bahréin, Argelia, Jordania y Marruecos-, en algunos se cayeron los gobiernos despóticos y en otros obligaron al poder a implementar reformas político-democráticas.
La dos peculiaridades de la Primavera Árabe -se llama así como si bien el primer caso de Túnez se dio en diciembre, las revueltas masivas adquirieron intensidad en la primavera siguiente- es porque los movilizados fueron en su mayoría jóvenes convocados a la rebelión civil fue a través de las incipientes redes sociales.
En ese entonces ya Facebook lideraba el ciberespacio y competía con Google+ y con Twitter -hoy X- que iniciaba.
Ahí se desahogó la irá popular, pero no se quedó en la web sino que sirvió de canal para que los enojados salieran a las calles a tumbar gobiernos, agrietarlos en otros casos y obligarlos a reformas que satisficieran su exigencia de un mejor gobierno, más derechos civiles y menos corrupción.
Una década y media después un sueño primaveral de esta catadura, aunque se dio a finales del verano, lo estamos viendo en Nepal y países de la región donde ya le llaman la Primavera Asiática porque la gente, sobre todo jóvenes, desbordó calles, plazas y sedes públicas en repudio del gobierno y las élites corruptas, censuradoras y despóticas.
Los nepalís hicieron caer al gobierno encarnado en el primer ministro KP Sharma Oli, un tipo corruptísimo cuyo régimen intentó censurar las redes sociales como medio de control de la población.
La ira popular fue tal que hasta le quemaron su casa junto con su esposa adentro y también incendiaron las sedes de la Corte Suprema y el Parlamento en Katmandú, la capital.
La Primavera Asiática comenzó ahí oficialmente, pero el origen de la rebeldía social viene desde el 2022 pues a lo largo de tres años las protestas masivas contra gobiernos corruptos han desbordado Indonesia, Bangladesh y Sri Lanka.
Y van creciendo con posibilidad de extenderse a otros lugares ahora que se vio el éxito en Nepal.
¿Y LA PRIMAVERA UV?
Los que ahora hacen la Primavera Asiática son los jóvenes de la llamada Generación Z, los que nacieron entre 1997 y 2012.
Antes, los de la Primavera Árabe fueron los Milennials -nacidos entre 1981 y 1996-, o sea los jóvenes nuevamente entran al quite para sacudir y acomodar las cosas.
Y las redes sociales que ahora están mucho más desarrolladas y extendidas vuelve a ser el instrumento para complementar la rebelión social contra los corruptos.
Si los nepalís, los indonesios, los bangladesíes y los esrilanqueses están poniendo el ejemplo, ¿por qué en Veracruz no hay una Generación UV que ponga en su lugar -en el basurero de la historia- al espurio rector Martín Aguilar?
En México y Veracruz hay mucho más libertad y acceso a las redes sociales que aquellos lugares,
¿por qué no están convocando a una Primavera Universitaria para defender la casa de estudios y echar fuera al usurpador y agrietar o tumbar a la corrupta Junta de Gobierno?
¿Qué están esperando los jóvenes jarochos de la Generación Z?
Ya vieron que el setentero ideológico Aguilar junto con sus cómplices de la Junta de Gobierno y el vetusto en la corrupción sindical Enrique Levet eterno líder del gremio blanco llamado Fesapauv están afanados en robarse la rectoría y que el Poder Judicial, ahora controlado por Morena, aparentemente lo va a permitir,
¿por qué no hacen nada?
Será una vergüenza histórica para los 80 mil alumnos que actualmente cursan sus estudios en la UV que permitan que un corrupto dictadorzuelo se apoltrone al frente de la universidad sin hacer nada.
¡80 mil estudiantes! Es la masa más que suficiente para tumbar a cualquier ladrón sinvergüenza.
¿Qué esperan los universitarios?
Ochenta mil almas no solo sacarían a patadas a Aguilar, a los delincuentazos de la Junta de Gobierno y al impresentable Levet sino que pondría a temblar a todos los facinerosos que protegen a esos pillos desde los jueces parciales y la zacatecana Rocío Nahle hasta el ladino senador Manuel Huerta que maniobra para eternizar al madurista en la rectoría.
¡80 mil estudiantes hoy pasivos y aborregados!
Entonces, ¿para qué quieren la juventud y las redes sociales? ¡Nos avergüenzan ante el mundo, carajo!
*Envoyé depuis Paris, France.