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TEXTO IRREVERENTE | CIEN AÑOS - El año del centenario del natalicio de Emilio Carballido, una de las glorias literarias de Veracruz, transcurre entre la apatía y el olvido de las autoridades veracruzanas. Bueno, más bien entre la indiferencia...

El año del centenario del natalicio de Emilio Carballido, una de las glorias literarias de Veracruz, transcurre entre la apatía y el olvido de las autoridades veracruzanas. Bueno, más bien entre la indiferencia y el 'valemadrismo'...

Por Andrés Timoteo

CIEN AÑOS

El año del centenario del natalicio de Emilio Carballido, una de las glorias literarias de Veracruz, transcurre entre la apatía y el olvido de las autoridades veracruzanas. Bueno, más bien entre la indiferencia y el 'valemadrismo' pues seguramente la gobernante estatal ni lo conoce y su secretaria de Cultura ni siquiera lo ha leído.

A parte de la obra "Te juro Juana que tengo ganas" (1967) que en mayo montó la compañía francesa Catherine Delattres tanto en Jalapa como en Córdoba, la ciudad natal del dramaturgo, no hay más homenajes. Carballido es de los grandes ignorados por la administración en turno.

Empero, sí hay algunos que lo recuerdan. En el Museo de la Ciudad en Córdoba está la exposición "Cien años pienso en tí...", aunque fue impulsada por el viudo del escritor, Héctor Herrera, más que por iniciativa de las autoridades estatales y municipales.

La muestra presenta objetos personales de Carballido -el perfume que usaba, sus anteojos, corbatas y plumas-, manuscritos y ediciones originales de sus libros, afiches de las puestas en escena y fotografías de familia y amigos, entre ellos intelectuales de su época y actores de sus obras teatrales.

La estrella de dicha exposición es la máquina mecánica de escribir Smith-Corona con la que redactó muchas de sus obras. Especialmente en ella tecleó íntegra, hace 75 años, "Rosalba y los Llaveros" (1950). Es el aparato donde aterrizaron sus ideas y se materializó su genialidad. ¿Se imaginan la magia que despide esa reliquia del genio al contemplarla?

"Cien años pienso en ti..." estará hasta noviembre y en es único tributo de valía para el escritor veracruzano. Vaya, lo ideal sería que la hicieran itinerante por las principales ciudades de la entidad.

Sin embargo, como Carballido no es artesanía ni baile autóctono ni puesto de fritangas pues no significa nada para los funcionarios en turno. Para ellos, la cultura se reduce al folclor y la garnachiza. Ni modo es lo que hay, aunque ya estaba escrito en la Biblia que "las perlas no son para los gorrinos".

EL HUATUSQUITO

En Córdoba y sus alrededores la familia Carballido fue muy querida en el siglo pasado y no solo por el dramaturgo sino desde antes, por su padre Francisco Carballido de Lanza quien por veinte años fue el conductor de "El Huatusquito", el ferrocarril que hacía escala en Fortín de las Flores, Chocamán, Tomatlán y Coscomatepec.

Ese tren fue uno de los últimos proyectos ferroviarios de Porfirio Díaz, se inauguró en 1902 y estuvo funcionando hasta 1953. Los abuelos en esos lugares todavía recuerdan que siendo niños Don Panchito Carballido llegaba a cada estación con bolsitas de dulces que les repartía.

Y los mal-acostumbró porque la chiquillada hacía guardia esperando "El Huatusquito" y a Don Panchito con sus panelitas, charamuscas y rompemuelas.

Lo curioso es que al ferrocarril le llamaron "Huatusquito" pero nunca llegó a Huatusco, solo hasta Coscomatepec, 23 kilómetros antes. La idea era conectar a Córdoba con Huatusco y luego hasta Jalapa, pero a la dictadura porfirista se le atravesó las crisis económica de principios del siglo XX y luego la Revolución de 1910 por lo que el proyecto quedó inconcluso.

Aun así, la locomotora con sus tres vagones, "La Luisa", "La Elena" y "La Elizabeth" que tras averiarse la sustituyeron por "La Beatriz", les cambió la vida los pobladores de esa región porque les llegó la modernidad tecnológica de la época y con ella Don Panchito Carballido con sus caramelos.

ANTES DE HARRY POTTER

Parte de la infancia de Emilio Carballido fue a bordo del tren pues en ocasiones acompañó a su padre en el trayecto de "El Huatusquito". Ese transporte y el oficio paterno marcaron su vida. Es más, los plasmó en dos obras suyas: "El tren que corría" (1984) y "El pizarrón encantado (1988).

Este último es un cuento infantil lindo y muy divertido. Trata de Adrián -dicen que Carballido se autorretrata en él- hijo de un trabajador del riel que tras la Huelga Ferrocarrilera de 1958 queda desempleado y se va como migrante indocumentado a Estados Unidos donde enferma por lo que la esposa va a buscarlo.

Adrián se queda a cargo de unos tíos en cuya casona encuentra, escondido en el sótano, un pizarrón mágico que al escribir las palabras altera la realidad al agrado de quien lo hace. ¡Y cataplum!, comenzaron las travesuras: a los tres gatos de la familia les cambia la G por la P y se vuelven patos. Al loro la L por la T y lo convierte en un toro.

Odia la ensalada de berros entonces escribe "ensalada de perros" y el comedor termina en un caos porque los perros se pelean con los gatos, y así continúa haciendo de las suyas hasta que Pompilia, una tía-abuela, lo descubre y planea quitarle el pizarrón, un objeto antiguo y hechizado que debe permanecer oculto y a resguardo de manos ociosas.

Es un regalo leer el cuento de Carballido -aquí el enlace: https://goo.su/wfJjQ -. Ah y ese pizarrón mágico fue recreado una década después por la escritora británica J. K. Rowling en su libro "Harry Potter y la piedra filosofal" (1997) aunque ella lo llamó el "Espejo de Oesed" pero el concepto y el lugar donde lo ocultaban es el mismo.

*Envoyé depuis Paris, France.