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TEXTO IRREVERENTE | AGUAS PUERCAS - Son historias cíclicas de miseria. Hoy es Tatahuicapan, en la la sierra sur, donde 300 personas, incluyendo niños y ancianos, enfermaron por tomar agua sucia, pero ayer fueron Filomeno Mata...

Son historias cíclicas de miseria. Hoy es Tatahuicapan, en la la sierra sur, donde 300 personas, incluyendo niños y ancianos, enfermaron por tomar agua sucia, pero ayer fueron Filomeno Mata, Coxquihui, Tlacotepec de Mejía y Coscomatepec...

Por Andrés Timoteo

AGUAS PUERCAS

Son historias cíclicas de miseria.

Hoy es Tatahuicapan, en la sierra sur, donde 300 personas, incluyendo niños y ancianos, enfermaron por tomar agua sucia, pero ayer fueron Filomeno Mata, Coxquihui, Tlacotepec de Mejía y Coscomatepec.

Desde hace treinta años los brotes epidémicos por la ingesta de agua contaminada son el azote periódico de Veracruz.

En 1991 doce personas totonacas, la mayoría niños, perecieron por un brote de cólera en Filomeno Mata.

Gobernaba el priista Patricio Chirinos y sus funcionarios de la Secretaría de Salud primero ocultaron las muertes, luego minimizaron la causa y al final terminaron admitiendo ya que la noticia era nacional e internacional.

La historia se repitió en el 2007 ahí mismo en Filomeno Mata con otro brote epidémico, esta vez de rotavirus que mató a 17 personas.

El motivo fue el mismo: la gente bebió agua contaminada.

Gobernaba la fidelidad y su funcionarios actuaron igual: primero negaron, luego minimizaron y al final aceptaron pero culpando a otros.

Un año antes, en el 2006, en Coscomatepec y Tlacotepec de Mejía, ambos colindantes, surgió un brote de rotavirus que afectó a un centenar de personas de las cuales quince fallecieron fallecieron, nueve en Tlacotepec de Mejía y seis en Xocotla, comunidad de Coscomatepec.

Todos eran niños.

Por la agresividad de las infecciones -en pocos días murieron los infectados- se difundió que era cólera pero el gobierno fidelista movió cielo y tierra para desmentirlo, alegando que se trató de "un simple rotavirus", así lo minimizó con toda la indolencia posible el entonces director de Servicios Médicos de la Secretaría de Salud, Fernando Antiga.

Al final de aquel sexenio otra vez en Filomeno Mata volvió la peste.

En noviembre del 2010 un brote de hepatitis afectó a decenas de personas porque el ayuntamiento no pagó el servicio de energía eléctrica y entonces no funcionó la planta potabilizadora y los indígenas bebieron -otra vez- agua sucia.

Antiga Tinoco, el servicial ocultador de la fidelidad, ya era secretario del ramo y lo negó todo.

Culpó a la negligencia de la alcaldía y redujo la cifra de infectados a cinco personas.

El innombrable terminaba su sexenio asumiéndose como un prócer de la bonanza y buen gobierno y no quiso aceptar la responsabilidad de ese brote de hepatitis ligado a la pobreza en su "Veracruz que latía con fuerza".

En octubre del 2017, ya en las postrimerías del bienio yunista, apareció un brote de rotavirus en Ojite de Matamoros, poblado del municipio totonaca de Coxquihui.

Veinte niños se enfermaron con tos, fiebre y vómitos de sangre, y dos perecieron.

La causa: el agua sucia, contaminada con heces y otros patógenos.

Y otra vez el gobierno estatal minimizó el asunto y acusó una campaña de desprestigio de la oposición, del PRI y Morena.

El patrón sanitario y político es el mismo:

los poblados afectados están en la pobreza extrema, sin servicios básicos y sus los centros de salud carecen de médicos y medicinas para atender de primera mano a los infectados -la mayoría de los enfermos son niños y ancianos, lo mismo quienes murieron- y todos bebieron agua sucia por negligencia de las autoridades.

Para completar, los gobernantes en turno se dedican a negar o minimizar la peste.

Lo mismo está pasando ahora en Tatahuicacan donde cientos de personas enfermaron por beber agua puerca.

Se dijo que era cólera, pero las autoridades dicen que no, que son infecciones provocadas por la bacteria E-colli y que ya todo estaba bajo control. Ajá.

¡FUE LA DESNUTRICIÓN!

El colmo de los colmos es que la gobernante Rocío Nahle otra vez recurrió a su repertorio de gazapos y decretó que una anciana popoluca que falleció no lo hizo por tal infección diarreica sino ¡por desnutrición!

La zacatecana no escarmentó con su pifia de la "muerte por infarto" de la maestra Irma Hernández en Álamo y ahora suelta otra 'perla negra' con el deceso "por desnutrición" de la mujer de Tatahuicapan.

En medicina se dice que nadie muere por desnutrición, salvo que esté impedido totalmente para ingerir alimentos.

La muerte se da por las consecuencias de mal comer o sea por la miseria y sus enfermedades coaligadas.

Aún así, por ordenanza nahliana ahora los infartos y la desnutrición son los asesinos de la gente, no el crimen organizado ni los brotes epidémicos por el abandono gubernamental.

¡Qué taimada!

¿Y dónde está el 'tatahuico' Esteban Bautista ahora que su pueblo lo necesita?

Metido en la grilla jalapeña.

Ni asunto le pone al terruño.

Vaya ni siquiera puso un pie allá para ver en qué podía ayudar.

Ya no se diga de impulsar una comisión legislativa para investigar el brote epidémico o llamar al titular de Salud a informar ante el parlamento.

Lo que pasa en Tatahuicapan retrata de cuerpo entero a ese falso zapatista.

Sus biógrafos dicen que en 1994 se regresó de los Altos de Chiapas porque la gente de su municipio lo reclamaba a gritos para hacerlo edil y que los llevara al progreso libertario.

Tres décadas después, Bautista es un político rico que disfruta las delicias del poder mientras que la gente en su Tatahuicapan sigue en la pobreza extrema y enfermando.

*Envoyé depuis Paris, France.