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DE MÉDICO, POETA Y …. | - Al mal paso, hay que usar un bastón. Esa frase -tan nuestra, tan resignada y práctica- me viene a la mente ante lo que está ocurriendo en Poza Rica. Después de las terribles…

Al mal paso, hay que usar un bastón. Esa frase —tan nuestra, tan resignada y práctica— me viene a la mente ante lo que está ocurriendo en Poza Rica. Después de las terribles avenidas del río Cazones, que bajó con la furia de un animal despierto, quedaron...

Arturo Salas

De Médico, Poeta y …. Por el Dr. Arturo Salas González

Al mal paso, hay que usar un bastón. Esa frase —tan nuestra, tan resignada y práctica— me viene a la mente ante lo que está ocurriendo en Poza Rica.

Después de las terribles avenidas del río Cazones, que bajó con la furia de un animal despierto, quedaron a la vista los destrozos:

vidas perdidas, familias enteras sin hogar, negocios que tardaron generaciones en levantarse reducidos a lodo y silencio.

Pérdidas económicas, humanas, emocionales… pérdidas de todo tipo.

Cuando el agua se retira, siempre deja dos rastros: el del daño y el de la verdad.

Y la verdad esta vez fue simple y dolorosa: la respuesta del sistema político mexicano fue deficiente.

La del gobierno estatal, todavía más pobre.

Lo más desalentador no fue solo la lentitud o la improvisación, sino escuchar a la gobernadora hacer declaraciones que evidenciaron su mínimo conocimiento de la geografía veracruzana.

Veracruz no es Zacatecas, o mejor dicho, Zacatecas no es Veracruz.

Cada estado tiene su historia, su fisiología y su temperamento, pero Veracruz tiene algo que no se puede ignorar: agua.

Mucha agua. Ríos que parecen interminables, lagos que se multiplican, lagunas que cambian de forma, manglares que respiran, esteros, arroyos, charcos que salen de la nada.

El agua aquí no es un elemento: es un vecino permanente. Es bendición y amenaza.

Convivimos con ella como se convive con un pariente querido pero impredecible.

¿Cómo puede alguien gobernar este territorio sin entender esa naturaleza fundamental? Poza Rica, pese a su nombre que evoca remanso, nunca ha sido un sitio de tranquilidad absoluta.

Es una “poza” asentada al inicio de la cordillera que abraza al estado de Puebla.

Un territorio donde las pendientes, los escurrimientos, las cuencas y los ríos hablan entre sí, aunque los políticos no quieran escucharlos.

La región petrolera nació y creció a ritmo de explotación y progreso, pero nunca dejó de estar encajada entre montes jóvenes y corrientes caprichosas.

Las avenidas del Cazones no fueron un accidente ni un fenómeno “inesperado”, como algunos apresuraron a decir.

Fueron la consecuencia de lluvias intensas en una cuenca que ha sido deforestada por décadas, de infraestructura insuficiente, de un urbanismo que se expandió sin respetar el lenguaje del terreno.

Y, por encima de todo, fueron la prueba de que quienes toman decisiones no conocen el territorio que administran.

Un gobernante puede ignorar muchas cosas, pero no la geografía de su propio estado.

Eso es como un médico que no conoce la anatomía humana: cualquier decisión se convierte en riesgo, cualquier omisión, en tragedia. Poza Rica, con su historia de petróleo, migración y trabajo duro, merecía algo mejor.

Merecía una respuesta sólida, técnica, humana, inmediata. Merecía ser escuchada antes de que el río hablara por sí mismo.

O usted ¿qué piensa? Hasta la próxima, si hay.