
Gracias y a Dios
FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
El día de hoy jueves, los habitantes de los Estados Unidos celebran la más imortante de sus fiestas.
Todos los vuelos de aerolíneas posibles están repletos, cualquiera su destino, y muchos desde luego retrasados; las carreteras repletas e imposibles, como si fueran la de ciudad de México a Puebla.
Hoy jueves, como todos los jueves terceros de noviembre, es el Thanksgiving Day, el día de dar gracias.
El origen del festejo tiene diferentes explicaciones.
Se sitúa, equivocadamente creo, en 1621, como la celebración de la cosecha en las colonias americanas.
Pero resulta que, dos años más tarde en Plymouth llegó el otoño sin mucho que comer para los 102 colonos ingleses.
A esa localidad, dice el recuento, los aborígenes acudieron con comida para compartir con los invasores, con lo que consolidaron la idea de un cierto mestizaje, en lo que los mexicanos les llevábamos ventaja.
En el subtexto, es un mensaje de integación racial.
Es la supuesta raíz de la fiesta del Día de dar Gracias.
Yo tengo, mis dudas, pero me gusta el cuento.
La versión más favorecida y lógica es que, por las fechas en el hemisferio norte, la temporada de cosecha terminaba y los agricultores tenían que conservar todo el invierno los granos, azúcar, calabazas y otras viandas hasta que llegara la primavera.
Esa es la raíz pagana del Thanksgiving.
La otra versión, que a mí me fascina aunque fuese falsa, dice que Enrique VIII, rey de Inglaterra, y según sus retratos (Hans Holbein Jr.) obeso y siniestro, y según su fama, asesino de la esposa que no le diera sucesor varón, se dio cuenta de que la iglesia católica de entonces (1536) tenía al año 95 días festivos; además de los domingos, que como dice la Biblia, son el día de Dios.
En todos esos días, los católicos faltaban al trabajo.
Pequeño detalle.
Detalle mayor es que el papa Clemente VIII se negó a anular el matrimonio de Enriquito con Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena.
En aquel entonces, como dicen que hoy sigue igual,
“lo que Dios une no lo separa el hombre”.
No comments.
El asunto es que don Erique se divorció entonces de la iglesia de Roma e inventó la anglicana, que por fundamento es encabezada por el rey de Inglaterra.
El rey de la Gran Bretaña y sus ya escasas sucursales, Carlos Tercero, acaba de visitar a su rival en el cristianismo, el Papa, en Roma.
Lo más seguro es que el día de agradecer debe haber nacido a la hora en que las cosechas se recogen.
Ahora, por circunstancias que ignoro, la familia norteamericana tiene patrones de conducta muy diferentes a los de los mexicanos.
El principal de ellos es la tendencia a la disgregación.
Lo más usual, allá, es que los jóvenes, en cuanto terminan su preparación del bauccaleaurt, inicien su pesquisa para terminar su educación popular en otro sitio.
Lo más alejado de sus padres posible.
Los que crecieron en New Jersey quieren estudiar en San Francisco; los de Los Ángeles en Nueva York, los de Arizona en Coatzacoalcos.
La única certeza es que hoy jueves, en casa de la familia, todos van a comer guajolote al horno (que allá le llaman gallina turca) con un puré de camote, y de postre un pastel de calabaza hervida hasta la saciedad con canela y piloncillo.
Mañana en el amanecer de la sal de uvas Picot, otra gran fiesta gringa tendrá lugar.
Si el festejo de la familia es hoy, el del consumo es mañana.
Se llama Black Fiday.
Resulta que los grandes mercaderes están recibiendo mercancía de la temporada del año que viene.
Los saldos de la producción anterior estorban y ocupan espacio.
Hay que vaciar la estantería para el futuro que ya está aquí.
A lo que den.
Las batallas en la estaneriía son dignas de la mejor lucha lbre del mundo; que es la mexicana.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas):
Señora presidene con A: no ande buscando enemigos en Nepal o Indonesia.
Están en su casa.
Domicilio conocido.
felixcortescama@gmail.com